miércoles, 9 de agosto de 2023

El filo del miedo (1967)




Director: Jaime Jesús Balcázar
España, 1967, 70 minutos

El filo del miedo (1967) de J.J Balcázar


Los referentes de los que bebe El filo del miedo (rodada en el 64, aunque no se estrenaría hasta 1967) obedecen a una tradición cuyos rasgos más reconocibles coinciden en lo esencial con la literatura de Agatha Christie y el cine de Alfred Hitchcock. De la primera toma una estructura narrativa bastante similar a la de, por ejemplo, Diez negritos (un grupo de personajes encerrados en un espacio claustrofóbico del que gradual y misteriosamente irán desapareciendo); del mago del suspense, en cambio, toma prestados elementos tan inquietantes como ese vaso de leche que Amelia (Yelena Samarina) sostiene entre sus manos mientras asciende ceremoniosamente los escalones que conducen al piso superior de la vivienda donde transcurren los hechos.

Añádase a lo anterior un cierto toque teatral, fruto de la escasez de medios, es cierto, pero también de una puesta en escena milimétricamente calculada, y se echará de ver enseguida el enorme talento del hoy olvidado Jaime Jesús Balcázar (miembro de una ilustre familia vinculada a la industria cinematográfica barcelonesa) a la hora de planificar lo que en teoría no dejaba de ser una modesta producción de Serie B.



Que, como no podía ser de otra manera, se rige por unos códigos de sobra conocidos, siendo el más evidente aquello tan típico de que se nos induce a sospechar de unos y de otros cuando resulta que el culpable se encuentra, tal vez, entre los personajes en apariencia más inocentes.

Quedaría, por último, destacar un par de singularidades, a cuál más significativa. Una es el gusto por las angulaciones en picado y contrapicado mediante las que se capta a los miembros del clan Urdaz en esta historia a medio camino entre el drama familiar y el tenebrismo de un determinado cine de terror. La otra, no menos relevante, concierne a los silencios que pueblan la trama, únicamente rotos por las estridencias de una banda sonora de resonancias moderadamente jazzísticas a cargo del argentino Adolfo Waitzman.



2 comentarios:

  1. Pues la verdad es que tiene una pinta de lo más interesatne.

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    1. A mí me parece una pequeña joya, que he descubierto casualmente.

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