viernes, 11 de marzo de 2022

La cabina (1972)




Director: Antonio Mercero
España, 1972, 35 minutos

La cabina (1972) de Antonio Mercero


Tal día como hoy de hace cien años nacía en Madrid el actor José Luis López Vázquez (1922–2009), figura señera del cine español e infatigable intérprete de más de doscientas sesenta películas a las órdenes de directores tan dispares como Luis García Berlanga, Carlos Saura o incluso George Cukor. Con Antonio Mercero, sin embargo, protagonizó la que a la postre acabaría quedando como imagen icónica de su prolífica carrera: la del hombre anónimo atrapado en el interior de un elemento tan aparentemente cotidiano e inofensivo como una cabina telefónica.

Conviene tener muy en cuenta el particular contexto en el que se hallaba la España del 72 (un país en las postrimerías de una dictadura militar, desprovisto de la cuantiosa oferta audiovisual de hoy en día) para hacerse una idea precisa del impacto que supuso la emisión televisiva de un cortometraje de apenas media hora de duración cuyo recuerdo, cincuenta años después, permanece aún en la memoria colectiva como un hito prácticamente comparable a la repercusión obtenida por Orson Welles, en los años treinta, con su versión radiofónica de La guerra de los mundos.



Aparte del sencillo planteamiento del que parte el guion de José Luis Garci (y de las múltiples lecturas a las que éste se presta: el absurdo de la existencia; la incomunicación del individuo, víctima de un sistema represor, en el seno de las sociedades modernas; la insolidaridad de los mirones que convierten la tragedia ajena en espectáculo público...), llama poderosamente la atención el hecho de que son varios los momentos en los que se alude al aislamiento de un ser humano en el interior de algún tipo de receptáculo. 

Así pues, y al margen de que el personaje de Agustín González corra la misma "suerte" que el protagonista, veremos al hijo de este último subir a bordo de un autobús escolar o, tiempo después, cuando ya el infeliz cautivo va camino de su incierto destino, se cruzará con un séquito fúnebre que acompaña el féretro acristalado de una criatura. Hasta uno de los saltimbanquis circenses que, más adelante, observa compungido al otro lado del cristal sostiene entre sus manos una botella con un velero dentro. Nadie está a salvo, pues, de quedar atrapado en su correspondiente ratonera y, al día siguiente, los operarios depositan una nueva cabina roja en el solitario parque. La puerta, por cierto, la dejan abierta...



10 comentarios:

  1. En primer lugar, el más emotivo recuerdo a López Vázquez, grande entre los grandes de la comedia española que demostró su valía cuando le tocó lidiar con papeles serios.
    En cuanto a la cabina, es una de esas genialidades que sobreviven en el tiempo, una verdadera joya y todo un hito en la cinematografía española en general y televisiva en particular. Muy bien traída la comparación con "La Guerra de los Mundos", porque me parece del todo equiparable.

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    1. Su principal virtud es que se trata de un planteamiento abierto que permite diversas lecturas, tanto políticas como existenciales. En todo caso, lo que sí que es cierto es que, después de su pase por televisión, mucha gente dejaba puesto el pie en la puerta de las cabinas para no correr la misma suerte que López Vázquez en la ficción.

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  2. La televisión en España preludiaba su edad adulta con este clásico.

    Un abrazo.

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    1. Yo creo que la sociedad española, en su conjunto, estaba llegando a algo parecido a la mayoría de edad.

      Un abrazo.

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  3. Que tal Juan!
    Recuerdo verla en televisión siendo muy niño, me dejo en estado de shock.
    Saludos y feliz semana!

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    1. Fue todo un acontecimiento. Como lo de las cucharillas de Uri Geller.

      Saludos y gracias por pasar.

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  4. Hasta ahora, la única producción de TVE galardonada con un Emmy. Aquí José Luis Garci parecía querer imitar al Rod Serling de "La dimensión desconocida". La cabina que aprisiona a López Vázquez fue pintada de rojo para que se destacara más en la fotografía en blanco y negro.
    Su emisión desencadenó un temor colectivo en España. Recuerdo haber visto algunos usuarios de cabinas que, mientras hablaban, sujetaban la puerta con el pie para evitar quedarse encerrados. La cabina tuvo una demanda por plagio: el entonces desconocido Paul Verhoeven acusó a Garci de tomar la idea de un corto que dirigió para la TV holandesa en el que a un ciudadano se le queda atrapada una mano al introducir una carta en un buzón de correos. Curioso, un buzón, otro mobiliario urbano destinado a desaparecer.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. Conociendo la condición de cinéfilo de Garci no me extrañaría que hubiese tomado elementos de aquí y de allá a la hora de confeccionar el guion de "La cabina". Por otra parte, la producción costó cuatro millones de pesetas de la época, un presupuesto muy por encima de lo que entonces se estilaba.

      Saludos.

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  5. Hola Juan!
    Lo desconocía, como también desconozco la mayoría de las películas que reseñaste en estas últimas semanas, por eso lamento no poder aportar nada interesante. Pero que se aprende por aquí, se aprende mucho.

    Lo de la cabina me recordó la película yanqui del tipo (tío) que atiene el teléfono que suena en una cabina y empieza el chantaje con su vida personal.

    Este cortometraje tiene su simbolismo, que en la España de entonces habrá tenido gran impacto.

    Abrazos

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    1. Ya lo creo, Frodo: la prueba es que medio siglo después de su emisión televisiva la gente todavía lo recuerda.

      Saludos.

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