sábado, 20 de febrero de 2021

Nacional III (1982)




Director: Luis García Berlanga
España, 1982, 102 minutos

Nacional III (1982) de García Berlanga


A pocos días de que se cumpla el cuarenta aniversario de la intentona golpista del 23F, comentamos un filme, Nacional III (1982), cuyo arranque tiene, precisamente, como telón de fondo el tejerazo. Al igual que en sus dos entregas anteriores (La escopeta nacional y Patrimonio nacional), el tercer y último episodio de la saga giraba en torno a los chanchullos del clan Leguineche, ahora, más que nunca (ante la inminencia de la llegada al poder de los socialistas), obsesionados con la evasión de capitales hasta el extremo de ingeniarse las mil y una para llevar a cabo su propósito.

Dignos herederos de la tradición picaresca, los personajes del reparto (coral, como la mayoría de los ideados por el tándem Berlanga-Azcona) mienten, roban o viven de dar el sablazo en una película que transcurre en Madrid, Badajoz y Biarritz entre los meses de febrero y mayo del 81. De hecho, la trama se cerrará con la victoria de Mitterrand en las presidenciales de aquel mismo año, en lo que supone un duro revés para las intenciones de estos aristócratas venidos a menos, que iban huyendo del fuego para caer después en las brasas.



Queda claro, pues, cómo la actualidad política y social de aquel entonces está presente en todo momento, con alusiones, por ejemplo, al mundial de fútbol, las salas X —en cuyo interior irrumpe el iracundo padre Calvo (Agustín González) para rescatar al descarriado heredero (López Vázquez)— o la futura ley del divorcio. Coyuntura, esta última, que hará que al marqués (Luis Escobar) se le plantee un dilema ante la posibilidad de que su ama de llaves (Chus Lampreave), y con la que vive amancebado, se separe legalmente del obtuso Segundo (Luis Ciges) para así casarse con él; eventualidad que, de sólo pensarlo, horroriza al septuagenario.

Entre lo cutre y lo sardónico, Nacional III nos habla de un tiempo no tan lejano, repleto de inquietantes paralelismos con la España de hoy (y probablemente con la de siempre). Son esos próceres de la patria, campechanos eméritos por más señas, que, sin embargo, cuando vienen mal dadas, no dudan ni un segundo en largarse con la música a otra parte y la maleta rebosante de millones. Los Leguineche, al menos, con sus estrambóticas escayolas ocultando el botín, tenían cierta gracia. Éstos de ahora, en cambio, ninguna.



4 comentarios:

  1. Berlanga consideraba legítimo que Alfredo Matas y su productora, quisieran hacer caja con una nueva entrega de la historia de esta peculiar familia, pero ya se nota que el limón estaba exprimido.
    A pesar de todo, algunos gags y diálogos y la impagable interpretación de todos y cada uno de los actores, con Escobar y López Vázquez a la cabeza, suponen un digno colofón a las divertidas y absurdas andanzas de los Leguineche.

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  2. Hola Juan!
    A veces pienso que no nos vendria mal un Berlanga que levantase acta en imagenes del panorama actual.
    Saludos!

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    1. En realidad, películas como ésta mantienen bastante su vigencia, por lo que serían perfectamente aplicables a lo que estamos viviendo.

      Saludos.

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