Título original: La propera pell
Directores: Isa Campo e Isaki Lacuesta
España/Suiza, 2016, 103 minutos
La realidad y el deseo
Rodada, en cierta manera, según el modelo inaugurado por Hitchcock con títulos como Sospecha (1941) o La sombra de una duda (1943), La propera pell cimenta la base de su historia en el reencuentro de un adolescente con su familia tras ocho años de desaparición. Así pues, de la misma manera que en el modelo clásico uno se pasaba toda la película preguntándose si el personaje interpretado por Cary Grant o por Joseph Cotten era bueno o malo, aquí sucede algo similar con Léo/Gabriel (Àlex Monner). Pero con el aliciente de que, aunque llegamos a saber casi con toda seguridad que el muchacho es un impostor, seguimos aferrándonos, como la madre (Emma Suárez), a lo que desearíamos que fuese cierto.
A priori no parece nada fácil recrear un tal grado de sutil profundidad psicológica, cosa que el trío de guionistas (Campo, Lacuesta y Fran Araújo) resuelve con solvencia. Como embrollada se presenta la situación familiar en la que aterriza el supuesto Gabriel tras su prolongada ausencia: un padre que falleció en extrañas circunstancias, un tío adusto (Sergi López) que ve con recelo cómo el chico lo desplaza en la relación que mantiene con su cuñada, un asistente social (Bruno Todeschini) obsesionado con darle a Léo (sea o no Gabriel) una nueva familia porque él también fue un niño sin infancia...
El ambiente gélido y opresivo de un pueblo del Pirineo de Huesca, aislado entre montañas nevadas y frente a cuyo hastío poco más se puede hacer si no es ir de caza, contribuye en buena medida a generar la sensación claustrofóbica que atenaza a los personajes. Sensación opresiva que se agudiza, especialmente, en el caso del grupo de adolescentes, resignados a dedicar su tiempo libre a hacer botellón o fumar. Es precisamente en su seno donde Gabriel encuentra la complicidad de su primo Joan (Igor Szpakowski), así como el foro idóneo en el que dar rienda suelta a unas fantasías según las cuales trabajó en un matadero en Lisboa o hizo autostop hasta Rusia.
La banda sonora de Gerard Gil, repleta de sonoridades afiladas a base de guitarra, acaba de darle el toque definitivo a la película, cuyo título, por cierto, se presta a diversas lecturas: La próxima piel puede referirse a todas las identidades que su protagonista ha sido capaz de adoptar, siendo la próxima la definitiva, la que le aporte la estabilidad que nunca tuvo, tal vez iniciando una nueva vida en otro lugar junto a Ana, su "madre"; pero la piel es también un mapa de marcas, tatuajes y cicatrices, algunas relacionadas con un pasado de maltratos y otras producto de autolesiones.
Una muy interesante mezcla de thriller y melodrama en la que el paisaje es tan protagonista como los desorientados personajes que lo pueblan.
ResponderEliminarSaludos.
Ciertamente. Y con un toque a lo Marc Recha que no está nada mal. Gracias por comentar. Saludos.
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