sábado, 3 de septiembre de 2016

La fiesta y los invitados (1966)




Título original: O slavnosti a hostech
Director: Jan Nemec
Checoslovaquia, 1966, 71 minutos

La fiesta y los invitados (1966)


Afrontar el cine checo de los sesenta sin tener presente el contexto político que lo vio nacer es garantía segura de incomprensión: así, pues, un cierto conocimiento del deshielo que supuso la Primavera de Praga, primero, y de la posterior invasión soviética que le pondría fin en agosto del 68 es condición sine qua non para lograr llegar al fondo de unas películas que frecuentemente se vieron obligadas a recurrir a la alegoría con la finalidad de burlar la censura.

O slavnosti a hostech (1966) es, en este sentido, un caso paradigmático, puesto que todo lo que vemos en pantalla no es más que una forma metafórica de explicar cómo fue posible que el comunismo se instaurara en aquel país. Teniendo esto en cuenta, el argumento cobra entonces una claridad meridiana, quedando del todo esclarecido qué representan realmente la fiesta y los invitados a los que alude el título.

De todas formas, y al margen de consideraciones tanto históricas como sociales, el filme de Nemec llama poderosamente la atención por distintos motivos. De entrada, porque ninguno de los actores que intervienen en él son profesionales sino que se trata de personalidades del mundo artístico, de entre las que destacan los escritores Zdena Skvorecka (Eva) y Josef Skvorecký, el autor teatral Pavel Bosek (Frantisek) o el cineasta Evald Schorm (Manzel). Pero sobre todo porque en La fiesta y los invitados parecen rastrearse determinadas influencias cinematográficas, que pasamos a analizar a continuación.

Viendo en la escena inicial a ese grupo de amigos que charlan animadamente mientras disfrutan de los postres de su pícnic en plena naturaleza es fácil pensar en Bergman. 

Aunque si hay un referente que salta enseguida a la vista es el de Buñuel: esos pobres burgueses tan conformistas y ciegamente obedientes que apenas si se atreven a salir del cuadrado imaginario que han trazado en el suelo los advenedizos que los retienen en el bosque recuerdan, en buena medida, a los que no podían abandonar la casa de El ángel exterminador. La ridiculización que Nemec lleva a cabo de la burguesía como clase social es, por lo tanto, esencialmente buñueliana.

Por último, hasta sería posible aventurar la posible influencia que O slavnosti a hostech haya podido ejercer en realizadores posteriores. Y no sería nada descabellado, al respecto, considerar una posible conexión con el Haneke de La cinta blanca, ya que el espectador puede sentirse fácilmente violentado en determinados momentos, tratándose como se trata en ambos casos de sendos filmes que pretenden explorar la génesis de ulteriores y represores sistemas políticos.

El "socialismo con rostro humano" de Dubček sería violentamente abortado dos años después del estreno de La fiesta y los invitados. Sic transit gloria mundi o "Todo pasa y todo queda" que diría Machado: pasan los hombres, los gobiernos y los regímenes; las películas, en cambio, quedan para siempre.


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