miércoles, 10 de julio de 2019

Los placeres ocultos (1977)




Director: Eloy de la Iglesia
España, 1977, 94 minutos

Los placeres ocultos (1977) de Eloy de la Iglesia


RAÚL: Cuando quiero acostarme con algún chico, me limito simplemente a proponérselo. 
MIGUEL: ¡Joder! ¡No tiene usted pelos en la lengua! Confiesa tan tranquilo que es marica. 
RAÚL: No es ninguna confesión. Sólo se confiesan los pecados o los delitos y yo no me considero ni un delincuente ni un pecador. 
MIGUEL: ¿Y qué se considera usted? 
RAÚL: Un hombre como tú, sólo que con diferentes gustos a la hora de ir a la cama. 
MIGUEL: Pues ¿sabe lo que le digo? Que eso es lo que más me revienta. Que tanto usted como Eduardo parecen dos tíos normales. Sin que nadie pueda decir que son como son. 
RAÚL: Supongo que te hacen mucha más gracia los que van por ahí soltando plumas. 
MIGUEL: A esos, al menos, se les ve venir. 
RAÚL: Esto me recuerda a las campanillas que les ponían a los leprosos. Lo hacían para poder distinguirlos desde lejos, para poder apartarse a tiempo. Les daba mucho miedo el contagio. ¿Y a ti? ¿También te da miedo?
MIGUEL: Le aseguro que de eso no podría contagiarme nunca. 
RAÚL: El contagio es imposible. Es mucho más fácil la corrupción. 
MIGUEL: Pero yo no soy de los que se van con un marica para sacar la pasta, ¿comprende? Y eso que las he pasado muy putas. 
RAÚL: Me parece muy bien. Muchos que empiezan cobrando, luego terminan pagando por hacer lo mismo. 
MIGUEL: Por eso, pero la culpa la tienen los maricas. ¡Ellos son los que...!
RAÚL: ¡Un momento! Que no sólo corrompen los maricas. 
MIGUEL: ¡Pero yo no estoy dispuesto a que nadie se aproveche de mí! 
RAÚL: Pues entonces prepárate a luchar. Pero no sólo contra un marica que te ofrezca quinientas pesetas por acostarte con él. Piensa que, a lo mejor, todos los días estás vendiendo cosas más importantes que eso y ni siquiera te has dado cuenta. Por eso te digo: "Prepárate a luchar". 

Diálogo extraído de Los placeres ocultos
Guion de Rafael Sánchez Campoy, Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea

Cine quinqui o de destape son sólo algunas de las etiquetas, a cuál más frívola, de las que con frecuencia se ha abusado a la hora de encasillar una buena parte de la producción fílmica española de finales de los setenta. Lo cual no deja de suponer un estigma engorroso para que las nuevas generaciones de cinéfilos valoren, en su justa medida, la obra de cineastas como Eloy de la Iglesia.

En ese sentido, Los placeres ocultos es, ya de por sí, un título que invita a pensar en una morbosidad indisimulada. Probablemente porque el propio productor, Óscar Guarido, esperaba que, dada la coyuntura social que estaba atravesando el país, sirviese como reclamo para atraer a más público. Sin embargo, sorprende la valentía y la honradez con las que se aborda el tema de la homosexualidad en una película estrenada apenas dos años después de la muerte de Franco.



El protagonista (interpretado por Simón Andreu, uno de los actores habituales de la época, que también trabajaría, un año más tarde, a las órdenes de de la Iglesia en El sacerdote) lo tiene todo para ser considerado un triunfador: un buen sueldo como ejecutivo de una entidad bancaria y la cultura y posición social holgada de quien pertenece a una familia ilustre. No obstante, carece de lo más importante: poder vivir su sexualidad en libertad.

No faltará quien lo acuse de invertido, hasta el punto de convertirse en víctima de la maledicencia, aunque la relación de amistad que entabla con Miguel (Tony Fuentes) y Carmen (Beatriz Rossat) contribuye a que el espectador se forje una imagen positiva de él, a pesar de su predilección por los jovencitos (presumiblemente menores de edad). En todo caso, el final abierto de esta historia nos deja con un sabor de boca un tanto agridulce: ¿quién estará llamando a la puerta de Eduardo?


2 comentarios:

  1. Que tal Juan!
    El poster ya de por si implicaba un riesgo por aquel tiempo, apenas la recuerdo. En cuanto a las etiquetas, si bien el cine de "destape" tiene un sentido como termino lo de cine "quinqui" no me acaba de convencer, no tengo ni idea de quien acuño esa palabra.
    Siempre interesantes tus entradas.
    Saludos!

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    Respuestas
    1. Hola, Fran:

      Yo tampoco sé muy bien de dónde salen todos esos sambenitos (supongo que de algún crítico avispado). Sea como fuere, lo cierto es que esta película, pese a sus imperfecciones, me sorprendió positivamente por la valentía y sensibilidad con las que aborda un tema que, en aquel entonces, era todo un tabú.

      Gracias por tus comentarios y hasta pronto.

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