martes, 30 de diciembre de 2025

Amigogima (2002)




Director: José María Nunes
España, 2002, 100 minutos

Amigogima (2002) de José María Nunes


Inclasificable como pocos, la obra fílmica de Nunes se caracteriza por una sensibilidad anarquista que con Amigogima (2002) llegaba a su grado máximo. Y es que el cineasta de origen portugués, acostumbrado a lidiar con las trabas que durante décadas le había impuesto la censura franquista, daba ahora rienda suelta a su espíritu libérrimo, siendo ya por aquel entonces un entusiasta septuagenario, mediante un proyecto rodado en digital y un poco a salto de mata, según la disponibilidad de un equipo integrado básicamente por colaboradores que participaron en la película de forma desinteresada.

Por enésima vez, José María Blanco encarna al alter ego de Nunes, mirando a cámara y hablándole directamente al espectador como ya hiciera otro José María, en este caso el mítico Rodero, en Mañana... (1957), ópera prima de un cineasta cuyas firmes convicciones estilísticas pueden rastrearse de principio a fin de su filmografía. El caso es que ya desde el propio título, un palíndromo que, además, lleva en medio (véase el cartel) el símbolo de la anarquía, queda claro el ADN ácrata de una propuesta nacida al margen de las convenciones del cine y de su industria.



Gira todo en torno a una idea, el ideal de amistad, que el protagonista se afana en buscar por todas partes con el objetivo de mantener a raya ese aislamiento tan característicamente destructivo al que se ve sometido el individuo en el seno de las sociedades capitalistas. A este respecto, las palabras y las imágenes que convergen en la pantalla destilan una vocación fraternal muy genuinamente nunesiana hacia el género humano, tal vez porque el cineasta, que llevaba casi veinte años sin ponerse detrás de las cámaras, desde Gritos... a ritmo fuerte (1984), siente la necesidad de congraciarse con él mismo y con el mundo.

Formalmente, la puesta en escena se caracteriza por un cúmulo de recursos transgresores (la voz en off; la ruptura de la cuarta pared; los títulos de crédito graduales, conforme intervienen los participantes; la aparición del propio equipo de rodaje...) que constituye la concreción de ese axioma tan específico de Nunes (y, de hecho, el mismo personaje de José María Blanco lo verbaliza en un momento determinado) de que "todo está ocurriendo siempre". Así pues, poco importa que los exteriores de la cinta se rodasen principalmente en enclaves de la provincia de Girona, considerando que cuanto acontece ante nuestros ojos no es sino el fruto de un planteamiento atemporal y universal.



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