lunes, 5 de junio de 2023

Pie de página (2011)




Título original: הערת שוליים / He'arat Shulayim
Director: Joseph Cedar
Israel, 2011, 107 minutos

Pie de página (2011) de Joseph Cedar


El reciente estreno de Maestro(s) (2022) nos ha inducido a revisar la magnífica cinta israelí en la que se basa, perspicaz aproximación en torno a las pequeñas y grandes miserias que rodean al mundillo académico, donde una simple nota a pie de página puede llegar a justificar toda una vida de arduas investigaciones filológicas. En cierto modo, eso es lo que le ocurre al viejo profesor Shkolnik (Shlomo Bar-Aba), acérrimo partidario de una sui géneris lectura del Talmud que, sin embargo, no ha visto jamás recompensada su ingente labor hermenéutica. Circunstancia que, por una de esas ironías del destino, se va a agravar cuando el jurado de los prestigiosos Premios Israel decida concederle el máximo galardón a... su hijo Uriel (Lior Ashkenazi).

Al margen de su innegable regusto escolástico, lo cierto es que Footnote (2011) asienta su discurso sobre algo tan profundamente humano como son las rencillas paternofiliales o la eterna rivalidad entre colegas del mismo ámbito universitario. En ese sentido, la figura del adusto profesor Grossman (Micah Lewensohn) representa, frente a las poco ortodoxas teorías del patriarca Shkolnik, una intolerancia similar a la que el propio padre ejerce contra su laureado vástago. Por lo que, en el fondo, los tres eruditos resultan igual de egocéntricos.



Con una originalísima puesta en escena, el guion de Joseph Cedar analiza pormenorizadamente los intríngulis de una familia marcada por la voracidad intelectual de los hombres, con el contrapunto del pobre Josh (Daniel Markovich), que no levanta cabeza, y donde la única nota un tanto coherente la ponen las mujeres, ya sea la abnegada abuela (Aliza Rosen) o la no menos resignada Dikla (Alma Zack). Y así, a ratos cómica y siempre con un inquietante trasfondo dramático, se perfilan las obsesiones de una sociedad bajo la constante amenaza terrorista (de ahí los continuos controles de seguridad a los que se ven sometidos los personajes) o el afán por reverenciar y al mismo tiempo rebelarse contra la opresiva figura paterna.

Mención aparte merece la monumental banda sonora de Amit Poznansky (Tel Aviv, 1974), una portentosa partitura orquestal que, por lo altisonante de sus arreglos, recuerda remotamente a las tonalidades con las que solían acompañarse los grandes títulos del cine mudo. No en vano, la música adquiere un enorme protagonismo a lo largo del relato, tal vez porque, además de subrayar el ya mencionado carácter tragicómico de los hechos, complementa, hasta cierto punto, el escaso don de palabra de un huraño sabio judío.



2 comentarios:

  1. Tiene una pinta estupenda, por lo que cuentas.

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    1. Para mí es una obra maestra: uno de esos títulos que corroboran el excelente nivel del cine israelí.

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