viernes, 25 de noviembre de 2022

Alcarràs (2022)




Directora: Carla Simón
España/Italia, 2022, 120 minutos

Alcarràs (2022) de Carla Simón


La repercusión obtenida por Alcarràs (2022) a raíz de su meritorio Oso de Oro en Berlín, aparte de otras muchas distinciones, entre ellas la de ser la elegida para representar a España en la carrera hacia los Óscar, pudiera desviar la atención sobre el verdadero mérito de una cinta que bebe de la más pura tradición neorrealista. En ese aspecto, su extraordinario elenco de intérpretes no profesionales da vida a una familia de horticultores catalanes cuyo ancestral modus vivendi tiene los días contados. Quizá porque la globalización, ese monstruo de siete cabezas que todo lo fagocita en aras del progreso, demanda más placas solares que árboles frutales para seguir creciendo sin límite y sin fin.

Sin embargo, y al igual que en su aclamada ópera prima, la muy notable Estiu 1993 (2017), este segundo largometraje dirigido por Carla Simón aborda también los lazos que unen a los miembros de tres generaciones distintas, cada una con sus luces y sombras. Así pues, el anciano patriarca, que jamás firmó un título de propiedad de sus tierras (porque entonces los tratos se zanjaban con un apretón de manos), afronta pesaroso la inminente entrada de las máquinas excavadoras en una parcela que, al mismo tiempo, sembrará la discordia entre sus hijos.



En dicho sentido, el nudo gordiano de la trama radica en la impotencia de Quimet (Jordi Pujol Dolcet) al comprobar que sus ímprobos esfuerzos por sacar adelante la cosecha de melocotones topan con innumerables obstáculos, desde el coqueteo de su hermano con el capitoste local que pretende arrasar con todo hasta el hijo adolescente que planta cánnabis a escondidas en sus propios terrenos. Por no hablar de la incomprensión que suscitan sus actos, la mayoría fruto de la desesperación, entre las mujeres de casa.

Aunque son los niños, con su inocencia, quienes aportan la nota entrañable en una historia donde las preocupaciones de los adultos contrastan con los juegos infantiles de Iris (Ainet Jounou) y sus primos. Lo cual no impide, por otra parte, que precisamente los más pequeños, al entonar junto con el abuelo la emotiva "Cançó del pandero", se postulen como los futuros depositarios de un acervo cultural (éste, a diferencia de los cultivos frutícolas, intangible e inmune a las plagas de conejos) que se resiste a desaparecer ante el avance imparable de la especulación económica.



6 comentarios:

  1. Una película hermosa, de renoiriana sencillez. Gana en casa visionado.

    Un abrazo.

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  2. Otra joven realizadora que nos llena de esperanza para el futuro de nuestro cine.

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    1. Lo cierto es que, con cada nueva película, Carla Simón deja el listón un poco más alto.

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  3. Hola Juan!
    Pues casualidades de la vida la he visto precisamente esta pasada madrugada. Previamente me había metido un ladrillo insufrible (El hombre del norte 2022) y la verdad que esta película me resulto como un bálsamo...
    Saludos!

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    1. ¡Caramba, Fran, qué coincidencia! Y respecto a sus efectos balsámicos, me imagino que, al estar ambientada en un ámbito muy rural, la historia nos resulta por ello mucho más cercana.

      Saludos.

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