Director: José Luis Sáenz de Heredia
España, 1935, 69 minutos
La hija de Juan Simón (1935) de Sáenz de Heredia |
Uno de los mayores éxitos comerciales de Luis Buñuel durante su etapa de productor ejecutivo al frente de Filmófono fue este musical al servicio del cantaor Angelillo. Que tenía, además, el aliciente de contener el debut cinematográfico de una jovencísima promesa llamada Carmen Amaya. En ese sentido, la escena en la que ésta baila el zapateado sobre una mesa acompañándose de sus propias castañuelas revela ya el temperamento arrollador de la artista inigualable que estaba llamada a ser.
Aunque el protagonismo indiscutible le corresponde al mencionado Ángel Sampedro (Madrid, 1908-Buenos Aires, 1973) cuyo personaje da con los huesos en la cárcel tras participar en una riña de café a resultas de la cual muere un hombre. Horas aciagas en las que el recluso aliviará sus penas cantando aquello de "Soy un pobre presidiario". Dato curioso: las paredes de la celda donde lo encierran se hayan repletas de consignas a favor de la República que denotan la efervescencia política de aquellos años, antesala de la futura contienda civil.
Aparte de la célebre milonga que da título a la cinta, La hija de Juan Simón (1935) contiene un gran surtido de composiciones a cargo de Daniel Montorio, debidamente aderezadas con los arreglos del maestro Fernando Remacha. Y no todas de inspiración flamenca, ya que la carrera fulgurante de Ángel tras su salida del correccional le llevará por los escenarios de medio mundo, incluida La Habana, donde entonará el danzón que comienza diciendo: "Los negritos son de Cuba".
Para entonces, el otrora paria se ha convertido en una estrella enfundada en un elegante esmoquin. A quien, a pesar de todo, persigue el recuerdo de su añorada Carmela (Pilar Muñoz): la hija del modesto enterrador (Manuel Arbó) y de la severa Angustias (Ena Sedeño) que un buen día, ante la imposibilidad de casarse con Ángel, huyó avergonzada de casa de sus padres para dar a luz al hijo que llevaba en sus entrañas. Argumento folletinesco (y aun funesto) al que, sin embargo, se le acaba dando un final feliz más acorde con los gustos del público.
Carmen Amaya que era toda una celebridad aunque hoy muchos no hayan oído hablar de ella. En Begur y alrededores, todavía se la recuerda con cariño, respeto y admiración.
ResponderEliminarPues si muchos no recuerdan a Carmen Amaya, imagínate a Angelillo... Yo lo he descubierto gracias a las dos películas que hizo para Filmófono.
EliminarDe la etapa de preguerra de José Luis Sáenz de Heredia no he visto más que “Patricio miró una estrella”. A ver si logro ver esta y la que comentas en la entrada anterior. Y así, también completo la filmografía de Buñuel.
ResponderEliminarSaludos
Yo, en cambio, no he visto "Patricio miró a una estrella": gracias por la sugerencia.
EliminarSaludos.
Hola Juan!
ResponderEliminarSiempre interesantes estas reseñas. Si bien no sabía del título si conocía a Carmen Amaya, aunque Angelillo no me sonaba.
Estoy algo desconectado, llevamos 2 semanas fuera por obras en casa y donde estoy no tengo ordenador.
Saludos y feliz semana!
La película está basada en una célebre canción. Muchos años después, Berlanga la incluyó al final de "La vaquilla".
Eliminar¿Obras? ¡Uf! ¡Ten paciencia, Fran!
Saludos.