jueves, 1 de abril de 2021

Abismos de pasión (1954)




Director: Luis Buñuel
Méjico, 1954, 90 minutos

Abismos de pasión (1954) de Luis Buñuel


Al atravesar el jardín para salir a la carretera, en un sitio donde hay un garfio en la pared para atar los caballos por la brida, vi una cosa blanca que se movía anormalmente, a impulsos de algo que no era el viento. A pesar de la prisa que llevaba, me paré para ver qué era, no siendo que luego fuera a quedárseme grabada en la imaginación la idea de haber visto un ser del otro mundo...

Emily Brontë
Cumbres borrascosas
Traducción de Carmen Martín Gaite

Fascinación romántica en clave selvática: sólo un director de la envergadura de Buñuel podía reinventar Cumbres borrascosas llevándosela a un terreno tan a priori alejado de los gélidos paisajes de la novela como las frondosidades de una hacienda del interior mejicano. Y, sin embargo, hay que admitir que el resultado fue una película arrebatadoramente febril, pese a las reservas que el director aragonés manifestó en sus memorias acerca del elenco de actores que le impuso el productor Dancigers.

Porque, digan lo que digan y al margen de la escasa repercusión obtenida por el filme, lo cierto es que don Luis, sin él mismo saberlo, estaba sentando las bases, con semejante engendro, de lo que al cabo de los años, y ya en el medio televisivo, serían los culebrones. El argumento se presta a ello, desde luego, al igual que la interpretación de un Jorge Mistral enardecido en su desaforado delirio amoroso. La música de Wagner ("Preludio y muerte de amor" del Tristán e Isolda) se encarga de lograr el resto...



Aun así, adaptar la célebre novela de Emily Brontë era un viejo proyecto que Buñuel acariciaba desde los años treinta, cuando, en colaboración con el poeta francés Pierre Unik (1909-1945) escribió un primer tratamiento de lo que, décadas después y ya en su exilio mejicano, acabó titulándose Abismos de pasión.

En cualquier caso, el dato resulta lo suficientemente revelador como para poner de manifiesto, en consonancia con el proceder irracional de los personajes de esta historia, una más que evidente conexión entre la materia literaria que sirve de sustrato para el guion y las pulsiones más primarias del ser humano que tanto atrajeron a los surrealistas.



4 comentarios:

  1. Podía con todo y a todo le ponía su sello personal.

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    1. Me gusta particularmente la escena en la que Francisco Reiguera, quien años después interpretaría el Quijote a las órdenes de Orson Welles, lee un pasaje del Libro de la Sabiduría: "Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo, y nadie tendrá memoria de nuestras obras..."

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  2. Hola Juan!
    Pues otra que no he visto, ya esta en la recamara...
    Saludos!

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    1. Prepárate para digerir un dramón de tomo y lomo.

      Saludos.

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