domingo, 19 de septiembre de 2021

Imposible para una solterona (1976)




Director: Rafael Romero Marchent
España, 1976, 81 minutos

Imposible para una solterona (1976)


Solterona y gorda: dos palabras, a cuál más hiriente, que la protagonista de esta película encaja una y otra vez con resignación. A sus treinta y cinco años de edad, la suya es una existencia marcada por el doble estigma de no haber conocido varón y rozar los ochenta y cinco kilos de peso. Poco importa que su jefe, el señor Torcal (Fernando Fernán-Gómez), la haya nombrado su secretaria particular, ya que lo único que podría hacer feliz a Gina (Lina Morgan) es un poquito del amor que, de momento, nadie parece dispuesto a ofrecerle. 

Ni siquiera cuando un joven y apuesto doctor con pinta de playboy irrumpe de repente en el horizonte de la infeliz parece que las cosas vayan a cambiar demasiado: ladino y maquiavélico, el astuto Luis (Juan Luis Galiardo) alberga en su mente un retorcido plan que consiste en utilizar a Gina como conejillo de indias para ensayar un método revolucionario de adelgazamiento.



Adaptación de la novela homónima de Luisa-María Linares, Imposible para una solterona (1976) plantea, a pesar del casi medio siglo transcurrido desde su estreno, dos de las obsesiones más recurrentes de nuestro tiempo. Por una parte, la preocupación por el sobrepeso; por otra, el miedo a la soledad. Dolencias, en ambos casos, típicas de la sociedad de consumo, aquí encarnadas en un ser tan entrañable como indefenso que, pese a la presión ambiental a que se halla sometido, será capaz, sin embargo, de sobreponerse a cuantos desengaños le depara la fortuna.

"Inteligente, moderna y audaz", Gina representa, no obstante, un prototipo de mujer poco agraciada físicamente, blanco de burlas y comentarios crueles, que, además de obesa se siente vieja. A este respecto, el hecho de que se preste a participar en el experimento televisivo auspiciado por Luis no es más que el primer paso de una meditada venganza que la llevará, sucesivamente, a dejar su trabajo, desquitarse de tantísimos sinsabores y, finalmente, volar a París en busca de una nueva vida.



4 comentarios:

  1. Al menos en algunos momentos, tierno personaje el de Fernán Gómez.

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    1. Tierno y, sobre todo, neurótico: el típico ejecutivo cuyo frenético ritmo de vida le acaba pasando factura en forma de ingreso hospitalario.

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  2. Hola Juan!
    La historia se me antoja amarga.
    Saludos!

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    1. Lo es en muchos sentidos. Sobre todo porque permite comprobar cómo era este país...

      Saludos.

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