Director: Alejandro Amenábar
España/Francia/Italia, 1997, 117 minutos
Abre los ojos (1997) de Alejandro Amenábar |
Si no fuera porque, a priori, Alejandro Amenábar y Mateo Gil parecen dos tipos cuyos referentes están a años luz de nuestro Siglo de Oro, se diría que a la hora de escribir el guion de Abre los ojos tuvieron en mente La vida es sueño de Calderón de la Barca. Porque a su protagonista, César (Eduardo Noriega), le ocurre un poco lo mismo que al Segismundo calderoniano, quien, tras haber pasado un tiempo en la corte del rey de Polonia, vuelve a despertar en la torre que había sido su prisión desde que naciera.
¿Qué es verdad qué es mentira...? Lo único cierto es que, al plantear la existencia de realidades paralelas, la película que nos ocupa se avanzaba en dos años a Matrix (1999), si bien su estilo bebe menos de la ciencia ficción y muchísimo del thriller. Tiene, asimismo, algo de El hombre elefante (1980) de David Lynch o incluso de Los ojos sin rostro (1960) de Georges Franju, probablemente más por azar que no por voluntad expresa de sus creadores.
Sin embargo, las continuas alusiones a los sueños o a la criogenización sitúan el relato en una tesitura que llega a poner en tela de juicio los límites de la realidad hasta hacernos dudar de nuestra propia existencia. A este respecto, el imperativo del título supone una invitación a cuestionarse desde una nueva óptica todo aquello que nos rodea, máxime cuando la ciencia hace ya tiempo que demostró cuán poco fiables son las percepciones sensoriales.
Queda, al margen de su potente carga filosófica, una historia de amor imposible: la de un joven que se enamora perdidamente de una chica que sólo existe en su vida onírica (Penélope Cruz); o que ve cómo una intrusa (Najwa Nimri), procedente de sus pesadillas más recurrentes, usurpa la personalidad de aquélla hasta desconcertar a César y al propio espectador a propósito de cuál es la auténtica. ¿Y si todos nosotros no fuésemos más que imágenes de un mundo imaginario? Al borde del abismo, desde lo alto de la Torre Picasso, o en plena Gran Vía madrileña, inusualmente desierta, César podría decir con Segismundo aquello de: "el vivir sólo es soñar; / y la experiencia me enseña / que el hombre que vive sueña / lo que es hasta despertar..."
Sin embargo, las continuas alusiones a los sueños o a la criogenización sitúan el relato en una tesitura que llega a poner en tela de juicio los límites de la realidad hasta hacernos dudar de nuestra propia existencia. A este respecto, el imperativo del título supone una invitación a cuestionarse desde una nueva óptica todo aquello que nos rodea, máxime cuando la ciencia hace ya tiempo que demostró cuán poco fiables son las percepciones sensoriales.
Queda, al margen de su potente carga filosófica, una historia de amor imposible: la de un joven que se enamora perdidamente de una chica que sólo existe en su vida onírica (Penélope Cruz); o que ve cómo una intrusa (Najwa Nimri), procedente de sus pesadillas más recurrentes, usurpa la personalidad de aquélla hasta desconcertar a César y al propio espectador a propósito de cuál es la auténtica. ¿Y si todos nosotros no fuésemos más que imágenes de un mundo imaginario? Al borde del abismo, desde lo alto de la Torre Picasso, o en plena Gran Vía madrileña, inusualmente desierta, César podría decir con Segismundo aquello de: "el vivir sólo es soñar; / y la experiencia me enseña / que el hombre que vive sueña / lo que es hasta despertar..."
Mi película favorita de Amenábar. Me gusta mucho su vertiente romántica y la fuerza de algunas de sus imágenes.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí me atrae más "Los otros", aunque debo reconocer que, en su momento, ésta tuvo mucho mérito.
EliminarSaludos.
Hola Juan!
ResponderEliminarSi con "Tesis" ya dio buena muestra de su talento con esta despejo toda duda. Es magnifica y anda que no nos dejo pegados a la butaca en su momento. Por cierto, esa imagen de la Gran Vía que tanto sorprendió (creo recordar que filmaron muy temprano y con no pocas dificultades) ahora es desgraciadamente algo habitual...
Saludos y feliz semana!
Sí, tienes razón. No obstante, si te fijas atentamente, verás que hay dos personas en uno de los balcones de la derecha. Es uno de esos gazapos célebres de la historia del cine.
EliminarFeliz semana y a cuidarse.