domingo, 14 de abril de 2019

Las aventuras del barón Munchausen (1988)















Título original: The Adventures of Baron Munchausen
Director: Terry Gilliam
Reino Unido/Alemania, 1988, 126 minutos

Las aventuras del barón Munchausen (1988)

En su línea abrumadoramente barroca y excesiva, el siempre desmesurado Terry Gilliam no tuvo reparos en dilapidar cuarenta y siete millones de dólares a la hora de llevar a la pantalla Las aventuras del Barón Munchausen. Y no sólo eso, sino que el propio rodaje, a juzgar por los comentarios de quienes tuvieron ocasión de participar en él, ya supuso en sí mismo un verdadero infierno.

Por otro lado, y como suele ser habitual en este tipo de proyectos megalómanos, la lista de intérpretes que finalmente declinaron la oferta de formar parte del elenco no tiene desperdicio: Peter O'Toole, Sean Connery, Marlon Brando... y así un largo etcétera, hasta que el esmirriado John Neville, actor televisivo y de teatro que no había trabajado en cine desde 1970, aceptó meterse en la piel del excéntrico aristócrata. Lo de la cabeza flotante de Robin Williams haciendo de Rey de la Luna, en cambio, parece ser que obedeció a una decisión de última hora.



Pero, al margen de los habituales contratiempos y percances por los que el ex Monty Phyton se ha hecho tristemente célebre, su versión del extravagante Munchausen encierra no pocas sorpresas para quienes, a día de hoy, se adentren en sus más de dos horas de metraje. Como descubrir una playa de Almería convertida en retaguardia de las huestes otomanas. O a Sting (por aquel entonces vecino de Gilliam en Londres) prestando su rostro a un soldado condenado a muerte. Asimismo, Sarah Polley, la actriz y directora canadiense que, andando el tiempo, protagonizaría Mi vida sin mí (2003) a las órdenes de Isabel Coixet y que, a la sazón, apenas contaba ocho o nueve años de edad, es la intrépida Sally, la niña que, en todo momento, acompaña al protagonista en sus trepidantes andanzas.

En fin. Aunque menos literato y bravucón que Cyrano de Bergerac, no faltan, sin embargo, en la película que nos ocupa cuantiosas pinceladas que demuestran hasta qué punto llega a documentarse Gilliam cuando se trata de dar rienda suelta a su imaginación. Sobre todo a nivel pictórico, siendo notables las referencias a los Baños del harén de Jean-Léon Gérôme (1824-1904) y, de un modo especial, a la espléndida recreación que lleva a cabo de El nacimiento de Venus de Botticelli, con una radiante Uma Thurman encarnando a la diosa del amor.


2 comentarios:

  1. Hola Juan!
    Pues la tengo bastante olvidada la verdad, he de ver si la recupero un dia de estos. Ademas teniendo en cuenta que sale mi admirada y deseada Uma Thurman mas motivo todavia...
    Saludos y feliz semana!

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    Respuestas
    1. ¿Sabías que éste fue el primer papel de Uma Thurman frente a las cámaras? Aunque, como la postproducción se alargó más de la cuenta, no fue la primera de sus películas en estrenarse.

      Gracias por tus comentarios y hasta pronto.

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