lunes, 24 de junio de 2024

Rufufú (1958)




Título original: I soliti ignoti
Director: Mario Monicelli
Italia, 1958, 106 minutos

Rufufú (1958) de Mario Monicelli


De entre las muchas parodias a que dio lugar la mítica Rififi (Jules Dassin, 1955), quizá la más aclamada fuese la italiana I soliti ignoti (1958), seguida muy de cerca, cómo no, por alguna que otra secuela a la española tipo Atraco a las tres (José María Forqué, 1962). En cualquier caso, lo cierto es que la vis cómica de Vittorio Gassman, hasta entonces un actor encasillado en papeles de galán serio, sorprendió a propios y extraños, comenzando por el mismísimo productor de la película, Franco Cristaldi, quien en un principio no las tenía todas consigo a la hora de darle el papel. Percepción que, tras el inmenso éxito obtenido por la cinta, cambiaría en lo sucesivo hasta el extremo de que, a partir de entonces, la mayoría de ofertas que recibió el intérprete fue precisamente para protagonizar comedias.

No puede decirse que la banda de mangantes encabezada por Peppe (Gassman) destaque por "trabajar" a lo fino, si bien la gracia del espléndido guion (en el que, aparte de Mario Monicelli, colaboraron también Scarpelli, Incrocci y Suso Cecchi D'Amico) radica justamente en la torpeza de la que unos y otros hacen gala. Así pues, si el hambriento 'Capannelle' (Carlo Pisacane) sólo piensa en saciar su apetito o el siciliano Michele (Tiberio Murgia) defiende celosamente la honra de su hermana Carmelina (Claudia Cardinale), el bueno de Tiberio (Marcello Mastroianni) se ve obligado a hacer de niñera mientras su mujer pasa una temporada en la cárcel.



De poco les servirán las lecciones del distinguido señor Dante (Totò) sobre cómo abrir una caja fuerte, ya que cuando llega el día de dar el gran golpe y se disponen a desvalijar la vieja mansión desocupada de unas solteronas que han ido a pasar fuera el fin de semana, apenas dan pie con bola y lo único que logran, pese a la obsesión de Peppe por la precisión científica, es una chapuza de consecuencias desastrosas.

Y, sin embargo, las continuas meteduras de pata de estos granujas de medio pelo permiten entrever una realidad mucho más profunda, heredera, en cierto modo, de la crítica social que ya estaba presente en los filmes del neorrealismo. De hecho, la miseria sigue actuando como motor de unos personajes que, aunque flirtean con las criadas y resultan enternecedores de puro ineptos (especialmente Mastroianni, con el brazo escayolado y su bebé en brazos), mantienen intacto su instinto de supervivencia valiéndose de triquiñuelas y subterfugios al más puro estilo picaresco.



4 comentarios:

  1. Un argumento que, con alguna variante, ha servido para unas cuantas comedias, esta vez con unos cuantos nombres muy conocidos del cine italiano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No por trillada deja de ser una historia desternillante.

      Eliminar
  2. Una de las mejores comedias del cine italiano de todos los tiempos.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar