viernes, 7 de junio de 2024

El diablo sobre ruedas (1971)




Título original: Duel
Director: Steven Spielberg
EE.UU., 1971, 90 minutos

El diablo sobre ruedas (1971) de Spielberg


Dicen que las ideas más simples suelen ser también las más fructíferas, por lo menos en lo que a tensión narrativa se refiere. Buena prueba de ello serían los noventa minutos (apenas 74 en su inicial montaje televisivo) de Duel (1971), intensa road movie, hoy película de culto, de un joven Spielberg cuyo dominio del suspense en el sentido hitchcockiano del término quedaba patente en este primer título relevante de su extensa filmografía. Partiendo de una premisa tan básica como la persecución por carretera de un camión de gran tonelaje que se dedica a acosar, sin motivo aparente, a un modesto conductor que circula a bordo de su turismo por las vías secundarias del desierto de Nuevo Méjico, se genera, sin embargo, una intriga de grandes proporciones que preludia lo que el mismo director llegaría a conseguir, con el tiempo y muchos más medios a su alcance, en títulos hoy ya míticos como Tiburón (1975).

De hecho, se podría decir que el camión cisterna (un Peterbilt, modelo 281, de 1955) tiene más de bestia fabulosa a lo Godzilla que no de máquina. Quizá por ello el guion de Richard Matheson, a partir de su propio relato, opta por un tratamiento alejado de la espectacularidad basada en explosiones y centra su trama en un enfrentamiento donde lo que prima es la superioridad física del atacante sobre la insignificancia del individuo anónimo, un magnífico Dennis Weaver (1924-2006) en el papel más recordado de su carrera. Por supuesto, dicho efecto quedaba reforzado por el hecho de que nunca llegamos a ver la cara del conductor del tráiler, de modo que el protagonismo recae plenamente sobre la mastodóntica "criatura" (según parece, Spielberg eligió este modelo y no otro porque la cabina, con la disposición de los faros y demás elementos, recuerda vagamente una cara).



No han faltado, a lo largo del tiempo, múltiples interpretaciones a propósito del sentido último de una historia que, como La cabina (1972) de Mercero, convierte lo cotidiano y aparentemente inofensivo en terrorífico. Se ha dicho que el personaje de David Mann (Weaver) simboliza la lucha del hombre contra la mecanización de un mundo cada vez más deshumanizado o incluso el empeño de un típico ciudadano de clase media sin atributos por demostrar su virilidad frente a la imponente reciedumbre de un atacante infinitamente superior. Cábalas, tal vez fruto de la mera especulación, que, tratándose de un modesto telefilme rodado en doce días cuyo éxito rebasó con creces las expectativas iniciales de sus creadores, pudieran parecer exageradas.

Cabría destacar, eso sí, la pericia a nivel técnico de un cineasta que, ya desde la escena inicial, hace un uso portentoso de recursos como el plano secuencia y la cámara subjetiva, permitiendo, por otra parte, que el espectador sea testigo en diversas ocasiones del diálogo interno del protagonista mientras éste trata de afrontar una situación que lo desborda. Detalles de maestro en ciernes (como las placas de matrícula, quizá de anteriores víctimas, que recubren la parte frontal del camión o el color rojo, símbolo de un destino sangriento, del indefenso Plymouth Valiant fustigado sin tregua sobre el asfalto) que denotan el talento de quien estaba llamado a ser uno de los puntales de la futura industria cinematográfica.

Cuesta reconocerlo, pero ese tipo de las gafas es Steven Spielberg


10 comentarios:

  1. Se podrá discutir si las producciones posteriores de Spielberg están mediatizadas por el dinero, si hay más de comercial que de artístico en ellas y tantas otras razones que esgrimen sus detractores, lo que queda claro tras ver una película como esta, con todas las connotaciones que tiene, es que estamos ante la llegada de un genio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De eso no cabe duda. Lástima que después haya terminado siendo tan convencional.

      Eliminar
  2. Tengo un recuerdo de esa película, que he visto en un ciclo televisivo llamado Sábados de super acción. Una película con muchos méritos.
    Era inevitable con ese director. Y con Richard Matheson como guionista.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Matheson fue uno de los mejores en su género. Muchas de sus historias (como, por ejemplo, "El increíble hombre menguante") acabarían siendo grandes películas.

      Saludos.

      Eliminar
  3. Un clásico de culto. Spielberg demostró su genialidad antes incluso de dirigir su primera película para el cine.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es. Lo cual demuestra que la televisión era por aquel entonces un medio infinitamente más creativo que hoy en día.

      Un abrazo.

      Eliminar
  4. La volví a ver hace poco! Y por eso la recomiendo ahora en el margen derecho de mi blog.
    Al comienzo de mi blog, cuando tenpia bastante tiempo para editar videos, pero le dedicaba menos a escribir, hice esta entrada. Qué viejita y cuasi obsoleta quedó...

    https://frodorock.blogspot.com/2011/03/la-del-camion.html

    En cambio tu reseña es impecable.
    Abrazos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Frodo:

      Me dio por verla precisamente porque vi la recomendación en tu blog. Ya te dejé un comentario en la entrada.

      Saludos.

      Eliminar
    2. Vaya! gracias
      Creí que nadie veía lo que pongo en las barras laterales.

      Eliminar