Director: Florián Rey
España, 1930, 57 minutos
La aldea maldita (1930) de Florián Rey |
Acuérdate también de que, en Castilla, no se perdona nunca al que mancha el nombre que lleva...
Drama de inspiración calderoniana protagonizado por labriegos altivos, tan humildes como incorruptiblemente pundonorosos, la fuerza expresiva de La aldea maldita reside, sin embargo, en el carácter cuasi documental de los usos y costumbres que refleja (y que tácitamente cuestiona). Desde la autoridad paterna, representada por el abuelo ciego que todo lo supedita al buen nombre de la familia, hasta "la negra que llaman honra", ese lastre atávico, propio de sociedades crónicamente subdesarrolladas, que, lejos de arreglar nada, es fuente de tanta pesadumbre.
En el momento de su estreno la película despertó comentarios entusiastas por parte de autoridades como el literato Ernesto Giménez Caballero, aunque también alguna que otra reacción airada, como la de aquella revista católica que la clasificó con el membrete rojo que solía destinar a las cintas cuyo argumento osaba abordar cuestiones moralmente subversivas o aquel otro empresario madrileño que, tras asistir a su preestreno, comentó encolerizado: "¡Esto parece una película de la UFA!" Anecdotario que Esteve Riambau revisaba en la tarde noche de hoy durante la presentación previa a una proyección que ha contado con la presencia del compositor José Nieto, autor de la partitura que, desde 1986, ilustra e incluso realza el valor de las imágenes. Una banda sonora orquestal, la suya, en la que lo mismo tienen cabida series dodecafónicas que una antigua nana castellana o temas de inspiración folclórica. Todo armonizado, eso sí, según los parámetros de la escuela romántica.
Hará cosa de cuatro o cinco años ya tuvimos ocasión de comentar, desde estas mismas "páginas", el remake sonoro de La aldea maldita (1942). Y se nos antojó entonces la descabellada posibilidad de si Florián Rey llegó a ver la mítica producción republicana Sierra de Teruel (1938-1940), habida cuenta de las similitudes entre cómo se filman, en una y otra, el éxodo de lugareños y la procesión de derrotados camino al exilio, respectivamente.
Extremo que, tras revisar ahora la versión muda, quedaría descartado, puesto que dicha escena ya aparecía en el filme original de 1930. ¿Conocía, pues, Malraux la cinta española? Sabemos que, con el título de Le village maudit, ésta se estrenó en París y que sus productores pretendieron sonorizarla, sin demasiado éxito, en los estudios Épinay. Ocioso es plantearse una cuestión cuya respuesta difícilmente llegaremos nunca a conocer. Baste zanjar el tema apuntando un parecido más que razonable y quien tenga ocasión de visionar ambos filmes que juzgue si de verdad se asemejan.
Hola Juan!
ResponderEliminarInteresantes esas reacciones de la época ante la película. Siempre me resulta curioso el grado de mensaje que encontramos en ciertas películas de décadas atrás, supongo que en menor o mayor medida el cine necesita de mensaje, es decir, el cine digamos "aseptico" posiblemente no nos provoque ningun tipo de reacción, no se si me he explicado con claridad...
En cuanto a los calificativos y demás sellos de advertencia moral, a veces te encuentras verdaderas astracanadas eclesiásticas...jeje
Saludos!
En cualquier caso, La aldea maldita es una de esas películas que, de haberse rodado en Francia o Alemania, hoy sería un clásico indiscutible en todo el mundo.
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