domingo, 9 de febrero de 2020

Amarcord (1973)




Director: Federico Fellini
Italia/Francia, 1973, 123 minutos

Amarcord (1973) de Federico Fellini

Los vilanos aparecen en marzo. Nadie sabe de dónde vienen. Son pequeñas plumas, pelusilla ligerísima que vaga en el aire. Pueden parecer esferas transparentes que suben y bajan en una danza continua como si tuvieran una vida propia o se movieran con propio impulso. Llegan al Borgo pasando sobre las cabañas de la periferia, se detienen en los huertos, bailan en los patios donde las mujeres ya han colgado en las ramas de los árboles los vestidos más ligeros para airearlos un poco.

Federico Fellini y Tonino Guerra
Amarcord
Traducción de Francisco J. Alcántara

Más que música incidental destinada a acompañar las imágenes de una película, la partitura que Nino Rota compuso para Amarcord pudiera servir como banda sonora de nuestras propias vidas. Ni dulce ni amargo, un poco alegre y un poco triste, su tema central es de esas melodías que todos hemos silbado alguna vez, acerbo cultural de propios y extraños, a la par que patrimonio de la nación cinéfila.

Pero son todavía más las escenas icónicas surgidas de un filme construido a base de recuerdos de juventud: la oronda estanquera de pechos generosos (rebautizados, en lo sucesivo, como "fellinianos"), el tío Teo encaramado en lo alto de la copa de un árbol gritando a pulmón lleno aquello de "Voglio una donna!", un mar fabricado con bolsas de plástico desde el que la familia al completo saluda emocionada a los pasajeros de un transatlántico…



Y también La Volpina, la sensual Gradisca (Magali Noël), el pedante cronista local, las fuerzas vivas del fascismo y tantos compañeros de clase y gamberradas: todos ellos habitantes peculiarísimos de la memoria del cineasta, inmortalizados para siempre en una obra maestra de la historia del cine.

Convendría, sin embargo, precisar algo que muchos espectadores tienden a olvidar: el hecho de que buena parte de las situaciones contenidas en Amarcord nos muevan a risa no significa, ni mucho menos, que se trate de una simple comedia. Bien al contrario, y un poco como le sucedió a nuestro Quijote, que durante los siglos XVII y XVIII fue leído exclusivamente como libro humorístico (no sería hasta el XIX que se supo interpretar correctamente, cuando los románticos, más allá de las chifladuras del hidalgo manchego, acertaron a ver su profunda carga humana), la personal remembranza llevada a cabo por Fellini deja traslucir una tristeza enorme. Melancolía respecto a un tiempo que se fue para no volver, pero también una burla reiterada, cargada de mala leche, hacia el sistema educativo, la Iglesia y las fuerzas de orden público.


4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Sin duda, uno de sus filmes más memorables. Fellini quería titularlo, inicialmente, "¡Viva Italia!"

      Un abrazo.

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  2. Peliculón. No sabía que Fellini quiso llamarla inicialmente así.
    Abrazo Juan!

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    1. Supongo que salió ganando con el título definitivo: suena más auténtico.

      Saludos, Frodo.

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