Título original: Fellini - Satyricon
Director: Federico Fellini
Italia, 1969, 129 minutos
Fellini Satiricón (1969) de Federico Fellini |
Hoy en día la niñez sólo se dedica a jugar en la escuela; la juventud hace el ridículo en el foro y, lo que es más vergonzoso, los mayores no se atreven a confesar la pésima educación que recibieron de niños...
Petronio
El Satiricón, capítulo IV
Traducción de Julio Picasso
No hay ni un solo péplum que haya recreado la antigüedad clásica como lo hizo Fellini en el Satiricón. Al igual que su compatriota Pasolini, autor, por aquellas mismas fechas, de aproximaciones igualmente notorias como fueron Edipo Re (1967) o Medea (1969), el cineasta de Rímini afrontaba con este filme uno de sus proyectos más ambiciosos.
El universo literario creado por Petronio en el siglo I de la era cristiana lo pueblan viejas matronas con la cara embadurnada de blanco; nuevos ricos, como el proverbial Trimalción, deseosos de ostentar ante su profusa cohorte de aduladores organizando magníficos ágapes; tiernos efebos de rasgos afeminados, por ejemplo Gitón (Max Born), cuyas caricias se disputan los protopícaros Ascilto (Hiram Keller) y Encolpio (Martin Potter)… En una palabra: la decadencia del imperio romano en su máximo esplendor.
A este respecto, es destacable la suntuosidad de unos decorados cuya principal fuente de inspiración son los frescos pompeyanos, así como el imaginativo diseño de vestuario a cargo de Danilo Donati. Vistos al trasluz de la inagotable inspiración felliniana, los personajes de un filme tan sumamente barroco adquieren una dimensión patética, un aire de pesadilla presente en toda la filmografía del director desde La dolce vita (1960) y que remite, al mismo tiempo, a la propia condición humana.
Poco importa lo bien o mal que haya envejecido la película en este medio siglo transcurrido desde su estreno. A fin de cuentas, los detractores de tanta exuberancia seguirán pensando que el mejor Fellini es el de La Strada (1954), mientras que los méritos del Satiricón, con su halo de misterio impenetrable, seguirán intactos a la espera de aquel cinéfilo desprejuiciado dispuesto a adentrarse en su laberíntica estructura de fábula milesia.
Fascinante y admirable. Un título irrepetible al que hay que volver de vez en cuando.
ResponderEliminarSaludos.
Suscribo tus palabras, Ricard.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarTengo una asignatura pendiente con esta pelicula, cuando la vi en su momento digamos que estaba muy verde en asuntos de cine, le debo una nueva visita.
Saludos!
Para mí tiene un significado especial, ya que fue de las primeras películas de Fellini que vi: nos la puso en clase mi profesor de latín cuando yo tenía 17 años.
Eliminarsaludos,
Juan