Título original: Il Casanova di Federico Fellini
Director: Federico Fellini
Italia, 1976, 155 minutos
Desmitificando a Giacomo...
Casanova (1976) de Federico Fellini |
Me planteé contar la historia de un hombre que nunca existió, una fúnebre marioneta sin ideas propias, sentimientos ni puntos de vista [...] Una película abstracta e informal sobre la "no vida". Un ballet mecánico, frenético y sin propósito, como de museo de cera electrizado. Me aferré desesperadamente a ese "vértigo del vacío" como único punto de referencia para contar a Casanova y su inexistente vida...
Como la excelsa partitura que su inseparable Nino Rota compusiera para la ocasión, el Casanova de Fellini tiene algo de hipnótico y mucho de ópera bufa. Concebido en clave ligeramente caricaturesca por el director italiano, el personaje se debate entre lo paródico y lo patético, relegando a un segundo plano sus proverbiales dotes de seductor. Y no tanto porque deje de culminar con éxito las conquistas amorosas que le hicieron célebre, sino más bien porque, de acuerdo con la personal interpretación felliniana de su trayectoria, el protagonista acabará sus días en el olvido de un hospicio, abrazado a una muñeca de madera que es apenas un sueño.
Federico Fellini
La dulce visión
Traducción de Regina López Muñoz
Como la excelsa partitura que su inseparable Nino Rota compusiera para la ocasión, el Casanova de Fellini tiene algo de hipnótico y mucho de ópera bufa. Concebido en clave ligeramente caricaturesca por el director italiano, el personaje se debate entre lo paródico y lo patético, relegando a un segundo plano sus proverbiales dotes de seductor. Y no tanto porque deje de culminar con éxito las conquistas amorosas que le hicieron célebre, sino más bien porque, de acuerdo con la personal interpretación felliniana de su trayectoria, el protagonista acabará sus días en el olvido de un hospicio, abrazado a una muñeca de madera que es apenas un sueño.
Visto así, conmovedoramente decrépito, resulta inevitable acordarse del infortunado Salieri tal y como lo imaginara Milos Forman en Amadeus (1984). Por lo que no sería descabellado aventurar que el checo pudiese haber tomado como modelo la obra de un cineasta que, al fin y al cabo, no deja de ser un clásico.
De los muchos candidatos que, en algún u otro momento, optaron a interpretar el papel principal (la lista incluye pesos pesados de la altura de Paul Newman, Michael Caine, Al Pacino, Robert Redford y hasta Marlon Brando), finalmente le correspondería al canadiense Donald Sutherland el "honor" de experimentar en sus propias carnes los métodos expeditivos de Fellini a la hora de dirigir a los actores. De hecho, ya la transformación física a la que debió someter su rostro con la finalidad de adquirir ese atildamiento rococó tan característico supuso, en sí misma, un suplicio digno de encomio.
Decadencia dieciochesca que no es, en puridad, sino el fiel reflejo del mundo en el que vivimos, disfrazado de recreación histórica bajo el pretexto de llevar a cabo una de sus fastuosas superproducciones, según una fórmula de la que Fellini también se había servido, años atrás, en el Satiricón (1969).
Decadencia dieciochesca que no es, en puridad, sino el fiel reflejo del mundo en el que vivimos, disfrazado de recreación histórica bajo el pretexto de llevar a cabo una de sus fastuosas superproducciones, según una fórmula de la que Fellini también se había servido, años atrás, en el Satiricón (1969).
Fellini contaba que Sutherland estaba muy preocupado por las motivaciones de su personaje. En una ocasión, le preguntó: "Signor Fellini, ¿en qué pienso mientras abro la puerta?". Y parece que la respuesta fue: "Piensa que tienes que llegar al otro lado. Y que no podrás hacerlo si no abres la puerta antes".
ResponderEliminarSaludos.
Teniendo en cuenta lo absurdo de la pregunta, la respuesta es de una lógica aplastante. Amén de que la relación entre ambos no fue precisamente fluida.
EliminarUn abrazo.