Título original: Ginger e Fred
Director: Federico Fellini
Italia/Francia/Alemania, 1986, 125 minutos
Ginger y Fred (1986) de Federico Fellini |
Igual que via Veneto, el plató de televisión es el lugar que condensa, representa, contiene, que permite el intento de plantear ritmos, personajes, horrores, vanidad de las vanidades de la que formamos parte, del tiovivo italiano. Siempre tuve ganas de recrear ese tipo de espectáculo televisivo que inmoviliza a todo el país, o tal vez a todo el mundo, esas competiciones atroces que exhiben ante las cámaras ("en directo", repiten los presentadores, orgullosos e intrépidos como si dijeran "en las trincheras") al patológico, al infeliz, al que sufre, con la hipocresía sentimental del deber de la información.
Federico Fellini
La dulce visión
Traducción de Regina López Muñoz
Dos viejas glorias del claqué se van a reencontrar durante unas horas para compartir escenario por última vez. Su nombre artístico, inspirado en la célebre pareja de baile formada por Ginger Rogers y Fred Astaire, remite inequívocamente al Hollywood clásico, si bien Amelia (Giulietta Masina) y Pippo (Marcello Mastroianni) son, en realidad, un par de venerables ancianitos italianos. Asimismo, la época dorada que los vio triunfar feneció hace ya tiempo ante el avance imparable del progreso, de modo que su particular canto de cisne va a tener lugar en un plató de televisión…
Y aunque donde hubo fuego quedan rescoldos y la pasión que un día les unió renacerá al calor de unos aplausos tan falsos como el resto del engranaje que los rodea, lo cierto es que, en realidad, sus movimientos torpes ponen de manifiesto la decadencia personal, sí, pero también la de la disciplina artística que encarnan.
Ya en la recta final de su carrera, Ginger e Fred será el último gran homenaje de Fellini a la esposa y compañera de tantos años: enésima declaración de amor, como ya lo fuera Giulietta degli spiriti (1965), cuyos personajes centrales no son sino el trasunto del cineasta y de su mujer en lo que supone, al mismo tiempo, una visión agridulce de la senectud, así como del ocaso del cine frente al todopoderoso y empobrecedor circo mediático.
Otra película "sobre la marcha", acumulación de personajes estrambóticos (por ejemplo, los dobles de Proust o Clark Gable) y episodios extravagantes que fluyen hasta el momento álgido de la actuación televisiva del dúo, renacer momentáneo de la magia que fue y preludio de su separación definitiva.
Que tal Juan!
ResponderEliminarEsta fue la primera película que vi de Fellini, me pillo muy joven y la verdad que ni frió ni calor. Luego con los años volví a ella.
Me tiene un poso amargo.
Saludos!
Es un filme crepuscular y, por ende, "amargo", desencantado, con mucho de despedida.
EliminarUn abrazo.