Director: Sam Mendes
EE.UU./Reio Unido/India/España/Canadá, 2019, 118 minutos
1917 (2019) de Sam Mendes |
Seguir a los personajes de una película durante dos horas valiéndose de un único plano secuencia es un ejercicio que, inevitablemente, remite al Hitchcock de La soga (1948) o, en épocas más recientes, a títulos como El arca rusa (2002) o Bidrman (2014). También el húngaro Miklós Jancsó o, en España, García Berlanga destacaron en el uso de dicha técnica, si bien practicando un tipo de cine muy distinto.
Porque la expectación suscitada por 1917 a raíz de sus diez candidaturas a los Premios Óscar —de las cuales tres se acabaron materializando en la preciada estatuilla— obedece más a su condición de producto mainstream que no al verdadero mérito cinematográfico de la cinta. No nos engañemos: la estructura con la que Sam Mendes ha dotado a su película coincide de pleno con la de tantísimos videojuegos, cuyos protagonistas han de ir superando pantalla tras pantalla hasta alcanzar un intrincado objetivo y/o cumplir una misión imposible.
A este respecto, ya hace mucho tiempo que en Hollywood tienen claro que, para mantener la rentabilidad de sus producciones, es necesario adaptarlas a los nuevos lenguajes audiovisuales. Estrategia que se percibe meridianamente en la cinta que nos ocupa: se toma un referente clásico como Senderos de gloria (1957), con la finalidad de captar un perfil de espectador más exigente, y se completa la maniobra con la susodicha contrarreloj de obstáculos, análoga en intensidad a las que hacen las delicias de los usuarios del Fortnite.
Con todo, la odisea de los soldados Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George MacKay) bebe también de modelos de mucha mayor enjundia, en la línea de Apocalypse Now (1979) y su abrupta búsqueda del coronel Kurtz, cuyo homólogo sería, en este caso, el suicida Mackenzie (Benedict Cumberbatch).
A este respecto, ya hace mucho tiempo que en Hollywood tienen claro que, para mantener la rentabilidad de sus producciones, es necesario adaptarlas a los nuevos lenguajes audiovisuales. Estrategia que se percibe meridianamente en la cinta que nos ocupa: se toma un referente clásico como Senderos de gloria (1957), con la finalidad de captar un perfil de espectador más exigente, y se completa la maniobra con la susodicha contrarreloj de obstáculos, análoga en intensidad a las que hacen las delicias de los usuarios del Fortnite.
Con todo, la odisea de los soldados Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George MacKay) bebe también de modelos de mucha mayor enjundia, en la línea de Apocalypse Now (1979) y su abrupta búsqueda del coronel Kurtz, cuyo homólogo sería, en este caso, el suicida Mackenzie (Benedict Cumberbatch).
De acuerdo contigo, nuestras reseñas son coincidentes en varios aspectos.
ResponderEliminarSaludos
Hombre: pues siempre es agradable coincidir con alguien con criterio, Fernando. En cuanto pueda le echo un vistazo a tu texto.
Eliminar¡Un abrazo!
Hola Juan!
ResponderEliminarPues precisamente tuve una amigable discusión con un buen amigo sobre la pelicula. El defendia con uñas y dientes gran parte de tu argumentación, especialmente el aspecto visual y su relación con el mundo de los videojuegos. Es evidente que el publico mas joven se mueve en otros codigos y no es facil atraerlos a una sala, dejando a un lado superhéroes y otras sagas la cartelera quizas no les resulte atractiva. De todas formas tengo mis dudas si la forma elegida a la hora de rodar perseguia el objetivo de rejuvencer las salas.
A mi al principio me resultaba un poco extraño y quizas algo cansino ese interminable plano, pero luego me fui metiendo y acabe fascinado por la historia. Reconozco que esa comparativa con la estructura del video juego tampoco va muy desencaminada. Por cierto, fui un usuario de la "Play Station" durante algun tiempo, me costo salir, es un mundillo que engancha...jeje
Saludos!
1917 es una buena película, eso no lo pongo en duda. Lo único que ocurre es que, como en el caso de Parásitos, el ruido mediático generado por la parafernalia de los Óscar ha terminado por sobredimensionar su verdadero valor.
Eliminar¡Un abrazo, Fran!