domingo, 17 de noviembre de 2019

Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno (2000)




Director: Llorenç Soler
España, 2000, 56 minutos

Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno (2000)


La voz estentórea de José Sacristán (o, en su defecto, la más neutra de la versión catalana) narra las peripecias de uno de los personajes que mayor peso tuvo en la lucha antifascista: el fotógrafo Francesc Boix —Paco, como lo conocían los suyos—, prisionero en Mauthausen y luego, tras haber sobrevivido a la barbarie de los campos de concentración, figura clave durante los juicios de Nuremberg gracias a su testimonio incriminatorio contra los oficiales nazis.

Concebido inicialmente para ser emitido por televisión, el documental bucea en los orígenes del personaje, natural del Poble Sec, enclave barcelonés en el que nació, un 31 de agosto de 1920, hasta su fallecimiento prematuro en París, con apenas treinta años de edad, el 7 de julio de 1950. Vida breve, por tanto, pero intensa, marcada por dos guerras y el sufrimiento de la derrota republicana, aunque, al mismo tiempo, con la tenacidad de un compromiso político al que Boix, hombre de acción y convicciones firmes, se mantendría siempre fiel.



Si ya la mera supervivencia, dadas las circunstancias, no debía de ser tarea fácil para los reclusos, realizar todas aquellas fotografías en el interior de unas instalaciones fuertemente vigiladas adquiere la dimensión de proeza sólo al alcance de espíritus intrépidos como el de Boix. Y, sin embargo, las instantáneas, prueba definitiva y condenatoria, no sólo se llevaron a cabo, sino que llegarían a difundirse en el exterior tras burlar las estrictas medidas de seguridad: un holandés ahorcado con su propio cinturón, cuerpos acribillados sobre las alambradas, cadáveres esqueléticos apilados a la entrada de los crematorios…

Otros testimonios, supervivientes del mismo horror, como Mariano Constante, dan detalles del saber hacer de Boix con los alemanes, sus dotes como intérprete, su carácter a veces cerrado o en ocasiones incluso excéntrico. Detalles, todos ellos, de un gran valor intrahistórico, en el sentido unamuniano del término, como la célula comunista que se reunió “en pelota picada” en el patio central. O el rol jugado por una señora del pueblo que, además de acoger y cuidar de los republicanos españoles que lograron salir con vida, desempeñó un papel de suma trascendencia al esconder los negativos en un muro de su jardín.


2 comentarios:

  1. Hola Juan!
    Todo lo que tenga que ver con la fotografia (especialmente la de decadas pasadas) me interesa y desde luego la historia de Francisco Boix resulta fascinante y estremecedora a partes iguales. Te agradezco el enlace, me lo vere.
    Saludos!

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    1. Pues entonces estás de enhorabuena. Espero que te guste.

      Saludos,
      Juan

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