jueves, 20 de agosto de 2015

Astérix y Obélix: Misión Cleopatra (2002)




Título original: Astérix & Obélix: Mission Cléopâtre
Director: Alain Chabat
Francia/Alemania, 2002, 107 minutos

Astérix y Obélix: Misión Cleopatra (2002)


Domingo 9 de agosto. Tediosa noche de estío. Sopor veraniego en pleno secarral almeriense. Ni un solo cine en muchos kilómetros a la redonda. En un canal perdido de la TDT ponen Astérix y Obélix: Misión Cleopatra. Nada mejor que hacer (ni que ver). Y como siempre viene bien practicar algo de francés (merced al sistema Dual), pues allá que me lanzo.

Al margen del mérito indiscutible que poseen los personajes creados por Albert Uderzo, las sucesivas adaptaciones para la gran pantalla  que de ellos se han realizado distan mucho de igualar al original. Ni los filmes de animación ni Astérix y Obélix contra César (Claude Zidi, 1999), Astérix en los juegos olímpicos (Frédéric Forestier y Thomas Langmann, 2008) o Astérix & Obélix: Al servicio de Su Majestad (Laurent Tirard, 2012) destacan más que como meros productos de consumo destinados a un público de masas.

En lo que a Misión Cleopatra se refiere, dirigida por el cómico Alain Chabat (quien se reserva, además, el papel de Julio César), cabe mencionar las múltiples  referencias de todo tipo que contiene, ya sean pictóricas (La balsa de la Medusa o la Gioconda), televisivas (La mujer biónica), musicales ("Alexandrie, Alexandra" de Claude François) o incluso literarias: cuando Obélix (Gérard Depardieu) se carga la enorme nariz de la esfinge, está aludiendo a Cyrano de Bergerac por partida doble, ya que la frase que pronuncia el galo es a la vez un verso de la obra de Rostand que el propio Depardieu encarnó en la versión dirigida por Jean-Paul Rappeneau en 1990.



Por descontado que también son innumerables las alusiones cinematográficas: las carreras de cuádrigas de Ben-Hur, la voz metálica de Darth Vader o la inconfundible banda sonora de Star Wars son algunos de los ejemplos más evidentes.

Queda claro, pues, que el anacronismo es una de las principales armas sobre las que reside la comicidad de Misión Cleopatra, así como, por otra parte, los continuos juegos de palabras, algunos de ellos intraducibles o difíciles de captar para el público no francófono (como la retahíla de nombres galos acabados en -ix a la que se añaden los de Mathieu Kassovitz o Malcolm X...)

Puede que Jamel Debbouze o Christian Clavier no interpreten los papeles de su vida, aunque siempre es digna de admirar la belleza de Monica Bellucci en esta insólita apuesta que la enfrenta contra el hombre más poderoso de Roma.



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