miércoles, 26 de agosto de 2015

El diputado (1979)




Director: Eloy de la Iglesia
España, 1979, 110 minutos

El diputado (1978) de Eloy de la Iglesia


Durante la transición democrática se estrenaron en España unas cuantas películas que, bien por su atrevimiento o bien por reflejar el momento político que se vivía, marcaron época. Curiosamente, en muchas de ellas el protagonismo recayó sobre el actor José Sacristán. Tal es el caso de Asignatura pendiente (José Luis Garci, 1977), Un hombre llamado Flor de Otoño (Pedro Olea, 1978), Operación Ogro (Gillo Pontecorvo, 1979) o El diputado (Eloy de la Iglesia, 1979).

En esta última interpreta al diputado socialista Roberto Orbea, un hombre que se debate entre los ideales políticos que lo han llevado desde la clandestinidad hasta lo más alto del Partido y entre sus tendencias homosexuales. El siempre valiente Eloy de la Iglesia y su coguionista Gonzalo Goicoechea afrontaban así una historia llamada a ser doblemente polémica: en primer lugar porque la inestabilidad política se palpaba en el ambiente y el ruido de sables y las acciones de la ultraderecha estaban a la orden del día; por otra parte, porque la homosexualidad era un tema tabú que nunca se había abordado explícitamente en el cine español de forma seria y, mucho menos, ligado a una personalidad de relevancia social.

José Sacristán como Roberto Orbea en El diputado (1979)


Aunque en la película se incluyen imágenes de archivo pertenecientes a sesiones del Congreso de los diputados en las que se puede ver a la plana mayor de los líderes que protagonizaron la transición, tanto el personaje central como su formación política son ficticios, si bien se trata de una síntesis evidente entre elementos del Partido Comunista y del PSOE.

Otro de los puntos fuertes de la historia expuesta en El diputado es que desmitifica la lucha obrera y el prototipo de líder izquierdista, lo cual la aleja de cualquier atisbo panfletario: más que lucha de clases, los jóvenes que, como Juanito, proceden de extracción social baja están dispuestos a lo que sea con tal de medrar, porque no quieren cambiar el sistema sino formar parte de él.

Quizá en su momento ni todo el mundo apreció la osadía de un film como este ni muchos supieron ver más allá de algunos de sus aspectos superficiales (el destape, a fin de cuentas, estaba en su pleno apogeo), pero lo cierto es que si la libertad de expresión se afianzó en nuestro país fue gracias a películas como El diputado, film que, todo sea dicho, ha resistido bastante bien el paso del tiempo y que aún puede verse sin sonrojarse uno (demasiado).


Con el puño en alto...
... y llorando

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