miércoles, 8 de diciembre de 2021

Plenilunio (2000)




Director: Imanol Uribe
España/Francia, 2000, 119 minutos

Plenilunio (2000) de Imanol Uribe


De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más que para esa tarea, aunque intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, sólo miraba, espiaba los ojos de la gente, las caras de los desconocidos, de los camareros de los bares y los dependientes de las tiendas, las caras y las miradas de los detenidos en las fichas. El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto algo demasiado monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido, unos ojos en los que tenía que perdurar algún rasgo o alguna consecuencia del crimen, unas pupilas en las que pudiera descubrirse la culpa sin vacilación, tan sólo escrutándolas, igual que reconocen los médicos los signos de una enfermedad acercándoles una linterna diminuta.

Antonio Muñoz Molina
Plenilunio

A diferencia de la novela, cuyos hechos se sitúan en una ciudad del sur de la Península, la adaptación cinematográfica de Plenilunio (2000) transcurre en Palencia, prototipo de microcosmos provinciano en el que todo el mundo se conoce y donde casi nunca sucede nada destacable. Sin embargo, la aparición del cadáver de una niña con signos de haber sido agredida sexualmente perturba la paz local y pone en jaque a un inspector de policía (Miguel Ángel Solá) que, tras varios años de servicio en el País Vasco, ya sabe lo que es vivir con el miedo en el cuerpo.

Tampoco hace falta esperar demasiado para saber quién es el autor del crimen, ya que su identidad se desvela enseguida. En ese sentido, Juan Diego Botto compone un complejo personaje que funciona por contrastes: dulce y aparentemente inofensivo en su vida diaria como pescadero, pero aquejado por graves trastornos de personalidad que lo llevan a adoptar un comportamiento retraído. Así pues, el fuerte desapego que experimenta hacia sus propios padres tendrá como prolongación el odio contra muchachas indefensas a las que convierte en blanco sobre el que descargar su frustración.



Pero lo que a priori pudiera discurrir por los cauces del género negro más convencional (con pesquisas tras la pista del asesino y máximo suspense hasta el clímax final) alternará, desde el principio, con una historia de amor entre el agente de la autoridad y Susana (Adriana Ozores), maestra de la víctima. Lo interesante de su relación es que ambos arrastran demasiadas cosas sin resolver: ella, por ejemplo, no ha superado que su marido la abandonase por su mejor amiga, mientras que a Manuel le pesa en la conciencia el trastorno mental que padece su esposa (Charo López).

De hecho, y sin llegar al extremo del psicópata al que persigue, el temperamento del inspector deja entrever luces y sombras a propósito de su pasado. De ahí la dependencia que manifiesta con respecto a su viejo maestro (Fernando Fernán-Gómez), sacerdote de marcada conciencia social al que acude de vez en cuando para pedirle consejo. Aunque es su condición de objetivo de la banda terrorista ETA lo que convierte a Manuel en un hombre más vulnerable de lo que la dureza de su rostro daría a entender.



6 comentarios:

  1. La relación entre el policía y la maestra, tiene más nivel en la película que la parte negra.

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    1. Ya lo creo: en ese aspecto, la trama del asesino en serie no deja de ser un pretexto para contar la historia de ellos dos.

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  2. Me gusta el título, interesante el afiche/cartel, e interesante también el recorte de la novela.
    A la fecha es tu última reseña, pero la que más me ha intrigado de esta tanda de par de semanas.

    Abrazos Juan!

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    1. Hola, Frodo:

      A todo lo que mencionas habría que añadir también que la protagoniza un actor argentino (Miguel Ángel Solá).

      Abrazos.

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  3. Que tal Juan!
    Me había gustado. Ese poster siempre me llamo la atención.
    Que tengas buen finde!

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    1. No es que sea una película redonda, pero se deja ver con agrado.

      Saludos.

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