Título original: The Lost Patrol
Director: John Ford
EE.UU., 1934, 66 minutos
La patrulla perdida (1934) de John Ford |
Un puñado de hombres al borde del delirio, enfrentado a las tórridas arenas del desierto de Mesopotamia. Desconocen la misión y el rumbo a seguir (el único que podía guiarles en semejante laberinto de dunas fallece de un disparo certero). Un oasis que acaba convirtiéndose en ratonera: ellos creían que iban a la guerra, pero, sin darse cuenta, acaban confinados en un matadero sin escapatoria... Uno a uno irán cayendo.
Aun siendo una película eminentemente bélica, The Lost Patrol posee rasgos inequívocos del cine de terror. Sirva de ejemplo la incertidumbre provocada por un enemigo invisible, los tiros del cual pueden llegar en cualquier momento y desde el ángulo más inesperado. O el personaje de Boris Karloff, un integrista cristiano con cara de loco cuyos desvaríos mesiánicos dan más miedo que el mismísimo monstruo de Frankenstein (1931).
Sanders (Boris Karloff) |
Terror Made in RKO, pero con el sello inconfundible de John Ford. En manos del viejo irlandés, un filme de tales características se acaba convirtiendo en ejercicio de estilo: apenas una hora (u hora y cuarto, según la versión) de tensa calma que no augura nada bueno y en el transcurso de la cual se irán estrechando los lazos de camaradería entre unos soldados que comparten confidencias y anhelos (el sombrero rojo de la esposa que aguarda en casa junto al bebé recién nacido; las profundas reflexiones del joven recluta de diecinueve años, capaces de impresionar al curtido sargento, mientras ambos contemplan la luna llena: la misma que, al cabo de unas horas, brillará sobre Londres...)
Fórmula que Ford aplicará con éxito a lo largo de su prolífica carrera, si bien trasladándola, en la mayoría de casos (o, por lo menos, en los más célebres), al Far West. Baste cambiar los árabes anónimos por indios deshumanizados y el resultado será aproximadamente el mismo: una cinta destinada a exaltar los valores patrióticos del mundo civilizado frente a la barbarie de las traicioneras tribus nómadas, parapetadas tras el arenal e incapaces de dar la cara. Planteamiento reaccionario a más no poder, de acuerdo. Pero hay que ver qué bien sabía contar historias el condenado Ford. Está claro que la destreza no entiende de ideologías.
Pues nada, Luiz: mucho gusto en conocerte. Por cierto, ¿has visto esta película?
ResponderEliminarQue tal Juan!
ResponderEliminarReune una serie de elementos que me provocan mucho interés, creo que ya te lo mencione en alguna ocasión, no estoy seguro, algo tienen los desiertos que cuando una historia tiene lugar en ellos siempre me atrapa de manera especial.
La verdad que Karloff mete miedo...jeje
Saludos!
Está hecha con pocos medios, pero el resultado es portentoso. Desde luego, el peligro, cuando es invisible, infunde mucho más terror.
EliminarSaludos.