miércoles, 24 de junio de 2020

El gran Flamarion (1945)




Título original: The Great Flamarion
Director: Anthony Mann
EE.UU., 1945, 78 minutos

El gran Flamarion (1945) de Anthony Mann


Un as de la puntería que jamás yerra su objetivo; una despiadada femme fatale carente de escrúpulos como pocas veces se haya visto; un hombre agonizante, venido a menos, relatando, sobre las tablas del mismo escenario que un día conoció sus noches de gloria, los pormenores de su perdición...

Mucho antes de convertirse en afamado director de epopeyas históricas o de wésterns al servicio de James Stewart, la carrera del siempre por reivindicar Anthony Mann (1906–1967) había comenzado con cintas de cine negro y bajo presupuesto, pero en las que latía ya el pulso de un cineasta de grandes proporciones. Es el caso, por ejemplo, de The Great Flamarion, sobrio ejercicio filmado en blanco y negro en el que la inquietante presencia de Erich von Stroheim, con sus aires de mariscal prusiano, reeditaba la contundencia de La grande illusion (1937) y se avanzaba en varios años a la fascinación de Sunset Boulevard (1950).

El director Anthony Mann (primero por la izquierda) junto al reparto


Y es que a von Stroheim le pasaba un poco lo mismo que a Orson Welles: poseedores los dos de una personalidad desbordante y una creatividad sin límites, cuando tenían que ganarse la vida como simples actores terminaban, sin embargo, por eclipsar a cuantos se hallaban a su alrededor. Véase, al respecto, la escena del número en la que el protagonista hace gala de su impresionante destreza con el gatillo (y que es, por cierto, un flashforward en toda regla que anuncia cuál será el desenlace de la historia) o el fastuoso despliegue que lleva a cabo en el hotel en el que, teóricamente, debería reunirse con Connie (Mary Beth Hughes).

Pese a no figurar en las habituales antologías del género junto a títulos míticos que abordaron el amour fou (y cuyo paradigma pudieran muy bien ser La mujer del cuadro o Perversidad, ambas de Lang), lo cierto es que The Great Flamarion no desmerece en absoluto a tan ilustres películas, por lo que todo aquel que la desconozca debería al menos echarle un vistazo para poder juzgar por sí mismo.


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