Título original: Exodus
Director: Otto Preminger
EE.UU., 1960, 208 minutos
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Éxodo (1960) de Otto Preminger |
Ari Ben Canaan se acercó andando muy lentamente hasta encontrarse delante de Kitty. Y mirándola fijamente a los ojos cayó de rodillas, le rodeó la cintura con los brazos y apoyó la cabeza contra su cuerpo. Ari Ben Canaan lloraba. ¡Sonido extraño y terrible el de sus sollozos! En aquel momento su alma se derramaba al exterior, llorando por todas las veces que en su vida no había osado llorar. Sollozaba con un pesar sin límites. Kitty apretaba la cabeza de Ari contra su cuerpo, le acariciaba el cabello y murmuraba palabras de consuelo.
Leon Uris
Éxodo
Traducción de Baldomero Porta
Cualquiera se pone a comentar Éxodo (1960) con la que está cayendo en Gaza. Y, sin embargo, sorprende lo poco que han cambiado las cosas al cabo de los años. En todo caso, han ido a peor. Dicho lo cual, parece lícito preguntarse si es que la condición humana no tiene remedio. En fin...
Con sus tres horas y media de duración, la cinta que nos ocupa, inequívocamente pro-sionista, supuso el primer trabajo de envergadura de Paul Newman tras dejar la Warner. Aunque hubo quien cuestionó si el actor era el candidato idóneo para encarnar a un líder judío, crítica que también se hizo extensiva a otros miembros del reparto como Eva Marie Saint o Sal Mineo, quien optó al Óscar a mejor secundario por su papel de Dov Landau.
Se ha dicho también que la novela de Leon Uris carecía de interés desde un punto de vista literario y que tanto Otto Preminger como su guionista Dalton Trumbo, rehabilitado por el director de origen vienés pese a haber figurado en las listas negras del macartismo, hicieron esfuerzos ímprobos por borrar el marcado sesgo antibritánico del texto original.
Con todo y con eso, no puede negarse la fuerza dramática de una superproducción épica, controvertida donde las haya, cuya primera parte se centra en la angustiante odisea de los miles de refugiados que esperan a bordo de un barco (otro tema de candente actualidad: tampoco en esto hemos avanzado mucho) y la segunda, ya en suelo palestino, aborda los intríngulis de la lucha armada en el espinoso camino que condujo a la creación del Estado de Israel.
Con interpretaciones bastante apreciables, pero sobre todo es un gran thriller que se hace emocionante por momentos.
ResponderEliminarHay una frase puesta en boca de uno de los activistas del Irgun que resume bastante bien el espíritu del film: "Después de lo que hemos sufrido, ya es hora de que les toque sufrir a otros". Con este pensamiento, así hemos llegado a lo que ahora se está viviendo.
Es una frase muy certera, ciertamente.
EliminarEl protagonismo de Paul Newman da pie en la película a una broma sobre el racismo de los británicos, incapaces de reconocerle como judío por su belleza canónica y sus ojos azules. Sin embargo, Newman sí era judío por parte de padre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdo ese momento, cuando su personaje finge que le ha entrado algo en el ojo: resulta un poco forzado, pero muy elocuente.
EliminarUn abrazo.
Hola Juan!
ResponderEliminarDe las últimas veinte películas que reseñaste ésta es la única que vi, aunque ciertamente hace mucho tiempo ya. Tengo un grato recuerdo de ella, leve pero grato al fin.
Además es una de las películas que diseñó uno de mis ídolos en arte visual: Saúl Bass. Al que no se le da tanto crédito, pero que ha sentado las bases para que las películas fueran pensadas en su totalidad, desde los créditos, los carteles y todos los lugares donde se pueda diseñar imagen.
Tenía una vieja entrada sobre esto, de los principios de mi blog...
https://frodorock.blogspot.com/2011/01/grosso-modo.html
Abrazos, genio
Hola, Frodo:
EliminarTotalmente de acuerdo respecto a la trascendencia del trabajo de Saul Bass. Célebres son los títulos de crédito que diseñó para tantísimas películas de Hitchcock.
En un reciente viaje al pasado, pasé por tu blog y dejé un comentario.
Saludos, amigo.