Título original: Sweet Bird of Youth
Director: Richard Brooks
EE.UU., 1962, 120 minutos
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Dulce pájaro de juventud (1962) de Richard Brooks |
Tras haber permanecido durante más de un año en los escenarios de Broadway, con un total de 375 representaciones, parecía lógico que el rotundo éxito cosechado por Dulce pájaro de juventud se tradujera en su correspondiente adaptación cinematográfica. Y así sucedió, sin duda, siendo de nuevo Richard Brooks, al igual que en La gata sobre el tejado de zinc (1958), el encargado de dirigirla. Asimismo, buena parte del elenco, encabezado por Paul Newman y Geraldine Page, volvió a interpretar los mismos papeles que en la versión teatral.
Tal vez lo más destacable de la puesta en escena ideada por Brooks sean los flashbacks que nos permiten rescatar vivencias anteriores de los personajes, lo cual posee enorme trascendencia tratándose de seres fatalmente marcados por su pasado. Por eso es tan importante para Chance (Newman) el regreso a su localidad natal, St. Cloud, donde le quedaron tantísimas cuentas por ajustar, o en el caso de Alexandra del Lago (Page) una adicción a las drogas y al alcohol que no es sino un mecanismo de defensa para evadir la realidad y protegerse de la angustia que le produce su condición de actriz en decadencia.
Por otra parte, y pese a que se optó por endulzar mínimamente el contenido de una historia ya de por sí turbia, el personaje central seguía siendo un individuo reprobable, especie de gigoló sin escrúpulos, aunque con aspiraciones a convertirse en estrella de cine a costa de Alexandra quien, a su vez, se aferra a él como una forma de prolongar la fantasía de juventud y vitalidad. A este respecto, resulta especialmente patética la secuencia en la que el susodicho implora a su protectora que le recomiende a la influyente personalidad que la vieja gloria atiende en aquel momento al teléfono.
No obstante, las estrictas normas que por aquel entonces se observaban en Hollywood en materia de censura motivaron diversos cambios respecto al texto original de Tennessee Williams. Así pues, en lugar de contraer una enfermedad venérea, la cándida Heavenly (Shirley Knight) se ve obligada a abortar. Y al bueno de Chance Wayne no lo castran, sino que "simplemente" le rompen la nariz. Además, ambos huyen juntos al final de la película, dejando atrás la irrespirable atmósfera represiva impuesta por Boss Finley (Ed Begley, Óscar al mejor secundario), con lo que la industria zanjaba la cuestión mediante su habitual happy ending.
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