martes, 26 de agosto de 2025

El regreso de Ulises (2024)




Título original: The Return
Director: Uberto Pasolini
Italia/Grecia/Reino Unido/Francia, 2024, 116 minutos

El regreso de Ulises (2024) de Uberto Pasolini


Cuando el gran arco llegó a manos de Odiseo, todos nosotros voceábamos al porquero que no se lo entregara ni aunque le rogara insistentemente. Sólo Telémaco le animó y se lo ordenó. Así que lo tomó en sus manos el sufridor, el divino Odiseo, y tendió el arco con facilidad, hizo pasar la flecha por el hierro, fue a ponerse sobre el umbral y disparaba sus veloces saetas mirando a uno y otro lado que daba miedo. Alcanzó al rey Antínoo y luego iba lanzando sus funestos dardos a los demás, apuntando de frente, y ellos iban cayendo hacinados.

Homero
La Odisea
Traducción de José Luis Calvo

Comentaba el otro día Javier Ocaña, en su reseña sobre El regreso de Ulises (2024) publicada en El País, que la película del italiano Uberto Pasolini estaba condenada a ser "la otra", en referencia a la tan anunciada adaptación de La Odisea, a cargo de Christopher Nolan, que está previsto que se estrene el año próximo.

Sea como fuere, lo cierto es que dicha situación no es nueva y otras producciones, como por ejemplo las dos versiones de Robin Hood del 91, el blockbuster de Kevin Costner y la modesta cinta de John Irving, coincidieron en el tiempo y en las salas para mayor gloria de unas y la invisibilidad de sus "competidoras". Parece como si a la industria, movida por el oportunismo, le gustase promover ese tipo de rivalidades.



En cualquier caso, no puede decirse que esta enésima revisitación de las penalidades de Odiseo en su accidentado regreso a Ítaca aporte mucho más que un espléndido reparto en el que brillan nombres de la categoría de Ralph Fiennes, en el papel principal (y también como productor ejecutivo), Juliette Binoche (Penélope) o una veterana Ángela Molina haciendo de Euriclea, la madre del héroe.

Por lo demás, estamos ante una puesta en escena correcta, fiel al texto de Homero en lo esencial, aunque sin la intervención directa de los dioses del Olimpo (lo cual, dicho sea de paso, habrá sin duda contribuido a abaratar los costes de producción...), y que, como no podía ser de otro modo, culmina con el protagonista tensando su propio arco para, después de pasar una flecha por el ojo de doce hachas, ajusticiar a los molestos pretendientes que ocupan su hacienda.



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