domingo, 27 de julio de 2025

La gata sobre el tejado de zinc (1958)




Título original: Cat on a Hot Tin Roof
Director: Richard Brooks
EE.UU., 1958, 108 minutos

La gata sobre el tejado de zinc (1958)


Cat on a Hot Tin Roof (1958) responde a un planteamiento eminentemente teatral cuyos personajes permanecen recluidos en espacios interiores donde hablan, discuten e incluso llegan a las manos conforme las palabras van subiendo de tono. Como todo el mundo sabe, se trata de la adaptación cinematográfica de una pieza del estadounidense Tennessee Williams (1911-1983), autor célebre por la intensidad dramática que solía imprimir a sus obras.

Previamente, el montaje de Broadway había cosechado un éxito notable y algunos de los miembros del reparto original (caso de Burl Ives, en el papel de Big Daddy, o Madeleine Sherwood, en el de prolífica e insoportable nuera) repitieron ante las cámaras a las órdenes del director Richard Brooks. En cambio, para Paul Newman y Elizabeth Taylor, por aquel entonces estrellas emergentes, la película supuso la consagración definitiva de sus respectivas carreras, convirtiéndose, gracias a sus excepcionales interpretaciones, en uno de los títulos míticos de la filmografía de ambos.



De un modo u otro, todos los miembros de la familia protagonista cargan con una pesada mochila de vivencias traumatizantes, generalmente por razones afectivas o sexuales. Así pues, Brick (Newman) se refugia en la bebida en busca de consuelo tras el suicidio de su mejor amigo, lo cual provoca, a su vez, que su insatisfecha esposa (Taylor) busque en vano las caricias de un marido que la culpa de lo sucedido. Ni que decir tiene que la homosexualidad latente que se adivina en el origen de dicho conflicto quedó por completo atenuada debido a las presiones de una industria para la que ese tipo de relaciones constituía un tema tabú.

Mucho más que un melodrama sureño sobre la disfunción familiar, el mérito de la cinta reside en sus sutilezas, en las capas de significado que se despliegan bajo la superficie de la confrontación abierta. A pesar de las limitaciones impuestas por el Código Hays, se logra preservar gran parte de la mordacidad original, utilizando el subtexto y la simbología para explorar temas como la soledad compartida, la represión, la identidad sexual y la fragilidad de las apariencias.



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