sábado, 16 de abril de 2016

Los días contados (1962)




Título original: I giorni contati
Director: Elio Petri
Italia, 1962, 93 minutos

Los días contados (1962) de Elio Petri


Puede que sean otras las películas más recordadas de Elio Petri, en especial las de denuncia política que hiciera con el actor Gian Maria Volontè, pero el segundo largometraje que dirigió ya era una obra maestra. Con Los días contados (1962) Petri reflexionaba sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la vida... Y quién mejor para hacerlo que un cineasta italiano que, como él, sitúa algunas de las escenas de su filme en la Roma monumental, la misma ciudad que alumbró dos mil años atrás los tópicos literarios del carpe diem o del tempus fugit.

En la anodina existencia del fontanero Cesare Conversi (Salvo Randone, actor habitual del cine de Petri) se produce un detonante que va a sacudir fuertemente los cimientos de sus prioridades vitales: durante un viaje en tranvía presencia la muerte de un hombre más o menos de su edad, aparentemente dormido en su asiento pero en realidad fulminado por un infarto. Hondamente convencido de que él mismo podría haber corrido la misma suerte, a partir de ese preciso instante Cesare tomará la decisión de no trabajar más, de intentar disfrutar al máximo el tiempo que le queda, puesto que se ha dado cuenta de que tenemos "los días contados" y cualquiera de ellos (quizá hoy) puede ser el último.

Se inicia así una personal odisea que llevará a Cesare a visitar a personas y lugares que marcaron un punto de inflexión en su vida, como la casa en la que nació o a una antigua novia con la que no recuerda muy bien por qué no llegó a casarse. Pero las cosas se complican y, si bien ahora dispone de más tiempo para sí mismo, le urge imperiosamente el dinero para seguir adelante. ¿Pero cómo, de dónde sacarlo? La desesperación comenzará a apoderarse de él y pronto se verá abocado a nuevos problemas: pedirá prestado a antiguos compañeros, se atreverá a requerir los consejos de un mendigo que canta en el metro, aceptará simular un accidente para cobrar el seguro...

Los susodichos en un descanso del rodaje

Mas todo es en vano y el hombre deberá resignarse a acatar lo que el destino le aguarda. De ahí que se vea forzado a volver al trabajo y a la rutina. El final, a la altura de las grandes películas, no sólo cierra el círculo sino que pone de manifiesto la genialidad del guionista Tonino Guerra.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Pues aquí tienes el enlace: https://ok.ru/video/2123796515481

      Espero que la disfrutes tanto como me gustó a mí.

      Saludos.

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