sábado, 30 de enero de 2016

Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (2014)




Título original: En duva satt på en gren och funderade på tillvaron
Director: Roy Andersson
Suecia/Alemania/Noruega/Francia/Dinamarca, 2014, 101 minutos


Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (2014)


39 secuencias aparentemente absurdas. Tanto como el título inspirado por un cuadro de Brueghel el Viejo. Los personajes de Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (2014) apenas hablan (aunque eso parece ser la tónica general en buena parte del cine sueco y nórdico en general). La palidez de sus rostros denota la obsesión por la muerte como tema recurrente en no pocas de las escenas del filme: desde el señor que cae fulminado en el salón de su casa intentando descorchar una botella de vino hasta el que muere en la cola del bufé libre de un crucero. Y, a pesar de todo, el sentido del humor está presente en cada plano. ¿La versión cómica de Bergman? Puede. Aunque la influencia del finlandés Aki Kaurismäki también se deja sentir en algunos momentos.

Roy Andersson (Gotemburgo, 1943) se forjó en el terreno de la publicidad y el cortometraje. Quizá haya que buscar en ello la razón de haber elegido una estructura tan fragmentada para su última película. Aunque algunos personajes reaparecen en distintas secuencias, como en el caso de la pareja de comerciales dedicada a la venta de productos para la "fiesta" (dentadura postiza de vampiro con colmillos extralargos, la bolsa de la risa y la careta del tío del diente). Otros parecen actuar en segundo plano, como la bailaora de flamenco y su alumno: sentados en tête à tête, sólo es desde la calle y a través de la vitrina del restaurante que más o menos se puede deducir qué está sucediendo entre ellos.

El director Roy Andersson durante el rodaje de la última escena del film


La fotografía de István Borbás y Gergely Pálos se caracteriza por el predominio abrumador de los tonos pastel y ocre, lo cual confiere al filme un aire decadente muy en consonancia con la vida apagada que llevan los seres que pueblan las diferentes escenas. Tan anodina, que ni siquiera la irrupción a caballo de las tropas del rey Carlos XII en medio de un bar de hoy en día parece alterar lo más mínimo la rutina que envenena sus vidas.

León de Oro en el Festival de Venecia de 2014, el único inconveniente que quizá podría derivarse de un planteamiento tan sumamente original es que el público puede llegar a cansarse. Un ejemplo de ello se ha vivido esta tarde/noche en la Filmoteca de Catalunya. Sala Chomón, sábado, 19:30 horas, lleno a rebosar: situación idónea para la proyección exitosa de cualquier cinta. Durante los primeros compases se oían risas aquí y allá (en la escena de la anciana convaleciente que se aferra a su bolso, por ejemplo). Pero al llegar al minuto cien... Silencio. Un solitario aplauso intenta en vano arrastrar al resto de espectadores. Nada. Verdaderamente, esto sí que invita a reflexionar.

Los cazadores en la nieve (1565) de Pieter Brueghel el Viejo

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