miércoles, 20 de agosto de 2025

Cortina rasgada (1966)




Título original: Torn Curtain
Director: Alfred Hitchcock
EE.UU., 1966, 128 minutos

Cortina rasgada (1966) de Alfred Hitchcock


La que pasa por ser una de las películas menos logradas del Maestro del Suspense posee una estructura circular (la acción se abre y se cierra con la pareja protagonista en actitud amorosa bajo una manta) y está dividida en tres partes. Comienza como la historia de una deserción, desde la perspectiva del personaje femenino (Julie Andrews), que ve con estupor cómo su novio y colega (Paul Newman) se pasa al enemigo; luego continúa con las andanzas del susodicho en la antigua RDA, donde se ve obligado a matar a un agente de la Stasi (Wolfgang Kieling) y sonsacarle una fórmula secreta a un venerable científico (Ludwig Donath) y finalmente se acaba convirtiendo en la accidentada huida de los enamorados, escabulléndose de un teatro en plena representación o en un trepidante trayecto en autobús junto a otros miembros de la resistencia.

El relativo fracaso comercial de Torn Curtain (1966) obedece a distintos factores. Por un lado, la forma de trabajar del viejo Hitch, a base de decorados en estudio y demás técnicas a la antigua usanza, había quedado obsoleta en un momento en el que el público demandaba ya otro tipo de producciones más en consonancia con los nuevos tiempos. Además, ni hubo química entre las estrellas que le impuso el estudio (Newman y Andrews eran la sensación de aquel entonces, pero su unión en pantalla no acaba de funcionar) ni tampoco congeniaron con un director cuya forma de entender el cine distaba enormemente de cómo lo concebía esta nueva generación de intérpretes. Célebre es la carta que Newman, fiel defensor de las motivaciones de los personajes y otras cuestiones propias del Método, dirigió al cineasta con diversas sugerencias y propuestas de mejora respecto al guion, algo que enfureció enormemente a Hitchcock, quien se lo tomó como una insolencia.



Por si todo esto no fuese poco, la relación del director con Bernard Herrmann (1911-1975), responsable habitual de buena parte de sus bandas sonoras, se cortó abruptamente y para siempre debido a la disparidad de criterios entre ambos respecto a cómo debía de ser la música incidental. En su lugar, la partitura de John Addison dista de transmitir la garra que cabría esperar de una cinta de intriga en la línea de las obras maestras que la precedieron y a cuya altura, por desgracia, distó mucho de estar.

Aun así, quedan destellos en la cinta, aunque no muchos, de la genialidad de un director dotado de un agudo sentido del humor británico. Como por ejemplo en la escena inicial, cuando los participantes del congreso de Física padecen un frío extremo a bordo del barco en el cual viajan y uno de ellos rompe con el tenedor el agua congelada de su copa. Aunque más mérito todavía tiene la ya mencionada secuencia de la muerte de Gromek (Kieling), de una fisicidad inaudita y rodada (como tantos otros momentos de la película, deudores del cine mudo en el que Hitch comenzó su carrera) en un silencio que la hace aún más angustiante.



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