sábado, 11 de mayo de 2024

Gulliver (1977)




Director: Alfonso Ungría
España, 1977, 97 minutos

Gulliver (1977) de Alfonso Ungría


La etiqueta de maldito que tantas veces se le ha colgado al director Alfonso Ungría tiene su origen en producciones tan sumamente peculiares como esta parábola, coescrita junto a Fernando Fernán-Gómez, a propósito de un preso fugado de Carabanchel que acaba siendo acogido en el seno de una comunidad de enanos residentes en un pueblo en ruinas. Así, a bote pronto, pudiera parecer un argumento cuando menos estrambótico, si no fuera porque, en realidad, se trata de una ácida alegoría sobre el propio tardofranquismo, donde, al igual que en la película, otro dictadorcillo de opereta se había erigido en mandamás de toda una nación.

Con depósito legal del 76, la cinta se presentó al año siguiente en la Seminci de Valladolid, si bien su estreno en salas, poquísimas, se demoraría hasta 1979, extinta ya una censura que había entorpecido la normal difusión del filme a causa de alguna que otra escena subida de tono. Circunstancia que, unida a un desastroso recorrido comercial, más los correspondientes litigios en lo que a derechos y distribución se refiere, desembocaría en la práctica invisibilidad de una obra que, hasta fechas muy recientes, ha permanecido en una especie de tierra de nadie.



Felizmente recuperada, sorprende la clarividencia de una sátira en la que el liliputiense jefe, valedor de la sacrosanta moral entre sus semejantes, retiene, sin embargo, en un torreón a la bella Rosa (Yolanda Farr) para su único y exclusivo solaz. Algo así como la sala de cine del Pardo en la que el Caudillo se hacía proyectar lo que él mismo prohibía al resto del país. En esa misma línea, el entomólogo Martín Olazábal y Núñez de Lombía (Fernán-Gómez) representa el advenimiento de una liberalización económica que, lejos de redimir a los diminutos súbditos de aquel particular microcosmos, contribuye a embrutecerlos aún más, si cabe, a base de sumirlos en una impredecible espiral de vicio.

Para colmo de socarronería, y después de no pocos altercados, como la visita de una pareja de empresarios que rechazan financiar el nuevo repertorio, a base de clásicos, que los enanos ensayan en su teatro, la acción de Gulliver (1977) concluye con una dedicatoria no menos incendiaria que aparece sobreimpresa en pantalla: "Esta película está dedicada a los marginados de cualquier condición; a los extranjeros de ninguna parte".



10 comentarios:

  1. No me extraña que los censores, aún con el regusto del franquismo en los labios, pusieran mil y una pegas.

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    1. Entre otras cosas porque el guion de la película no sólo cuestiona lo que fue la dictadura, sino que deja entrever que lo que está por venir tampoco será para tirar cohetes.

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  2. Desde luego, parece un título bastante atípico.

    Un abrazo.

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    1. Pues sí, ya desde el propio cartel promocional de la película, donde se anunciaba la participación de "30 grandes enanos"...

      Un abrazo.

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  3. De Ungría he visto poca cosa, me quedo con "Africa", que me gustó bastante. Esta película de la que hablas merece una visión ahora que ha sido rescatada del numeroso grupo de las películas malditas.
    Saludos.

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    1. No he tenido ocasión de ver "África", aunque tomo buena nota de tu recomendación. Aparte de esta insólita "Gulliver", para mí sus dos películas más interesantes serían "El hombre oculto" y "Soldados".

      Saludos.

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  4. Creo que el propio Fernán Gómez nos ha dicho más sobre las condiciones de vida en la miserabilizada España franquista con sus películas, las dirigidas por él, que este GULLIVER de Ungría, una tardía alegoría pelín chapucera. En su día, me gustaron mucho la muy valiente EL HOMBRE OCULTO (1970) y la sorprendente LA CONQUISTA DE ALBANIA (1983), ésta en su versión íntegra que solo pudo verse en el Festival de San Sebastián. Una ambiciosa producción vasca que narra una oscura página de la historia de España con un brío narrativo y unas imágenes de una belleza y fisicidad que por momentos nos remiten a las conseguidas por Richard Fleischer en LOS VIKINGOS. Me pareció, además, una desalen­tadora reflexión sobre la insensatez y el heroísmo estéril.
    Un saludo.

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    1. No pongo en tela de juicio lo de "chapucera", si bien dicha cutrez forma parte del encanto de este tipo de producciones españolas del cine de la Transición. En cuanto a los otros dos títulos que mencionas, coincido plenamente con tu valoración y en su momento ya tuve ocasión de comentar ambos en el blog.

      Saludos.

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