Título original: Until They Sail
Director: Robert Wise
EE.UU., 1957, 95 minutos
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Mujeres culpables (1957) de Robert Wise |
Cuatro hermanas neozelandesas, interpretadas, respectivamente, por Jean Simmons, Joan Fontaine, Piper Laurie y una debutante Sandra Dee, vivirán en sus propias carnes la ilusión y el drama de comprometerse con reclutas que se van a luchar al frente. Muchos de ellos, muertos en acto de servicio, no regresarán jamás, lo cual coloca a las protagonistas en la tesitura de tener que llenar un vacío que se les antoja insufrible.
Simplista o frívola son dos adjetivos que se ajustan bastante bien a la hora de definir Until They Sail (1957), una cinta que no pasará precisamente a la historia por la profundidad psicológica de sus personajes. En ese sentido, los roles masculinos y femeninos que refleja el guion de Robert Anderson, basado en un relato de James A. Michener, responden a una realidad por completo sexista y maniquea según la cual los hombres representan la salvaguarda nacional, mientras que ellas permanecen en la retaguardia del hogar. Como propagandística resulta la escena en la que un oficial del ejército estadounidense se persona en el domicilio de las hermanas Leslie para pedir perdón, en nombre del Gobierno norteamericano, por los malos modales de un militar que las increpó en público y que una de ellas denunció mediante una carta publicada en la prensa.
Y en esa misma línea tendenciosa se encuadra el hecho de que la hermana casquivana tenga un final fatídico, en un a modo de castigo por haber sido la díscola de la familia. La acción, de hecho, arranca durante el juicio para esclarecer lo ocurrido, por lo que buena parte de la trama queda englobada en un larguísimo flashback. El testimonio de uno de los interrogados, el capitán Jack Harding (Paul Newman), será clave para dilucidar la muerte de la mujer...
Dice la letra del tema central de la banda sonora, una composición de David Raksin con letra de Sammy Cahn e interpretada por Eydie Gormé: "Fingiremos que nuestros corazones no se rompen hasta que ellos zarpen...". Referencia en clara alusión a la coyuntura que, además de dar título a la película, le sirve de telón de fondo. Y es que se calcula que, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron más de 15.000 las mujeres australianas y neozelandesas que se casaron con militares estadounidenses de servicio en aquella zona. Una realidad nada halagüeña, cabe pensar, fruto del más puro instinto de supervivencia, pero que en la pantalla adopta un cierto tono de cuento de hadas que la hace todavía más enojosa.
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