lunes, 21 de julio de 2025

El gran Gatsby (1974)




Título original: The Great Gatsby
Director: Jack Clayton
EE.UU., 1974, 144 minutos

El gran Gatsby (1974) de Jack Clayton


En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la cabeza. 
«Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien —me dijo— ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas...»

Francis Scott Fitzgerald
El gran Gatsby (1925)
Traducción de E. Piñas

Los rostros sudorosos de los personajes de The Great Gatsby (1974) indican que la acción transcurre en pleno verano, si bien esas gotas que perlan las frentes de unos y otros son igualmente síntoma de las pasiones desenfrenadas que suscitó la vorágine de los locos años veinte. En ese orden de cosas, cabe decir que la presente adaptación del clásico de Scott Fitzgerald, con guion de Coppola (después de que los ejecutivos de la Paramount rechazasen otro previo de Truman Capote) y el británico Jack Clayton en la dirección, pese a ser enormemente fiel a la novela, resulta un tanto fallida.

En primer lugar, la falta de química entre Robert Redford y Mia Farrow salta enseguida a la vista, quizá porque él (hombre de firmes convicciones demócratas) andaba por esos días más preocupado por el escándalo del Watergate que no por un proyecto en el que no acababa de creer del todo, mientras que ella (embarazada en aquel entonces, aunque no se note en pantalla) había sido la última de una larga lista de candidatas que optaban a interpretar el papel de Daisy.



Sea como fuere, la fastuosidad de decorados y vestuario (diseñado por Theoni V. Aldredge, que ganó el Oscar) se vio recompensada con un par de premios de la Academia, aparte de algún Globo de Oro y varios BAFTA. Éxito relativo que contrasta, sin embargo, con la frialdad del insulso Sam Waterston encarnando a Nick Carraway o la rigidez de una puesta en escena excesivamente convencional e incluso conservadora. Bruce Dern, en cambio, está bastante convincente como Tom Buchanan, lo mismo que Karen Black haciendo de Myrtle Wilson, la amante de este último.

Con todo y con eso, no deja de tener su encanto la forma en que Clayton, con la ayuda inestimable del director de fotografía Douglas Slocombe, recrea el tiempo de los fastos anteriores a la Gran Depresión, cuando cualquier buscavidas de origen incierto podía aspirar a amasar una fortuna descomunal o fingir que había estudiado en Oxford. Una ambientación lujosa, de fascinante belleza física, con la que se evocaba la era del jazz, aunque carente de profundidad y emoción, por lo que no logra transmitir temas esenciales del texto original como la decadencia moral de una época o la propia crítica al "sueño americano".



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