domingo, 23 de junio de 2019

Demasiado tarde para lágrimas (1949)




Título original: Too Late for Tears
Director: Byron Haskin
EE.UU., 1949, 99 minutos

Demasiado tarde para lágrimas (1949)
de Byron Haskin


Dentro de la variada tipología de femme fatale que nos legó el Cine negro americano, Too Late for Tears contiene un caso hasta cierto punto insólito: el de la esposa que se deja arrastrar por la codicia. Una transformación, y eso es lo verdaderamente inusual, que se produce ante nuestros ojos conforme avanza la trama. Y es que, en un principio, Jane (Lizabeth Scott) le insiste a su marido para que dé marcha atrás, cosa que el buenazo de Alan (Arthur Kennedy) no tiene tiempo de hacer porque otro coche se cruza en la carretera y en sus destinos...

Sin embargo, es en ese diálogo inicial donde se aporta la clave que permitirá comprender la posterior evolución del personaje: Jane no soporta ser pobre. Un complejo de inferioridad que se activa cada vez que la pareja alterna con matrimonios que gozan de mejor estatus económico y que hace que Jane se sienta tratada con condescendencia.



El otro elemento a tener en cuenta (y al que el cine clásico de suspense recurrió hasta la saciedad) es ese maletín en cuyo interior esperan sesenta mil dólares a que alguien se los gaste. Suculento botín, de origen incierto, que el azar coloca en la vida de los Palmer y por el que muchos otros parecen dispuestos a matar si hace falta.

Hay, por último, un juego de apariencias que no por manido resulta menos eficiente: el de los personajes que ocultan su verdadera identidad. Policías que no son tales, hermanos con sed de venganza, amas de casa que esconden un sombrío pasado de insaciable mantis religiosa... Explosiva combinación que hace de Too Late for Tears una de esas deliciosas películas de serie B.


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