martes, 25 de junio de 2019

Y el mundo marcha (1928)

















Título original: The Crowd
Director: King Vidor
EE.UU., 1928, 98 minutos

Y el mundo marcha (1928) de King Vidor

Por paradójico que pueda parecer, The Crowd ("La multitud", en inglés) nos habla, en realidad, del individuo: ese ciudadano anónimo al que la gran megalópolis fagocita sin contemplaciones hasta reducirlo a un mero número (el 137) en una oficina de grandes proporciones e interminables hileras de mesas. Calcada a la que, décadas más tarde, retratará Billy Wilder en The Apartment (1960) e incluso, un poco después y ya en clave kafkiana, el Orson Welles de El proceso (1962).

Una de tantas historias que tienen lugar a diario en el frenético hormiguero neoyorquino, la misma urbe que impactó, por aquellas fechas, a García Lorca hasta el punto de inspirarle versos tan bellos (y, a la vez, tan terribles) como: "Allí no hay mañana ni esperanza posible" o "A veces las monedas en enjambres furiosos / taladran y devoran abandonados niños".



Sin embargo, y al margen de la peripecia vital del matrimonio Sims, lo verdaderamente conmovedor de este filme, una de las cimas del cine mudo, es la audacia que demuestra King Vidor a la hora de expresar en imágenes las tribulaciones que atormentan la mente del protagonista. Como cuando, sentado ante su escritorio, la instantánea de una niña y de un camión asaltan obsesivamente los pensamientos del hombre. O en los compases iniciales, al indicar que transcurren los primeros doce años de vida de John mediante unas simples fichas de dominó que van cayendo. Soluciones aparentemente sencillas, pero que requieren de la creatividad de alguien capaz de visualizarlas.

Dicen que el máximo mandatario de la Metro, Louis B. Mayer, detestaba The Crowd porque en una escena se veía un lavabo (algo insólito en aquel entonces). O que Irving Thalberg autorizó el proyecto porque, de vez en cuando, le parecía conveniente rodar películas que le diesen prestigio en lugar de beneficios económicos. Sea como fuese, el caso es que Vidor supo prever algunos de los sinsabores que acechaban a la clase media americana justo antes de que se produjera el inminente crac de Wall Street. Aunque de poco le sirvió, ya que, en la primera edición de los premios de la Academia, sería Sunrise (1927) de Murnau, título que posee no pocas conexiones con el que nos ocupa (por ejemplo, los altibajos de una relación de pareja en un inhóspito marco urbano), la que finalmente se acabase llevando el Óscar.


2 comentarios:

  1. Que tal Juan!
    Aunque no he comentado he seguido leyendo tus estupendas entradas durante estos dias de vacaciones alla por la gran manzana. Esa ciudad es tal cual la defines, un "frenetico hormiguero", ya escribire unas lineas sobre mis impresiones alli.
    En cuanto a la pelicula de King Vidor, poco que añadir a tu interesante reseña, es una de esas joyas que logran (al menos esa es una de las sensaciones que a mi me provoca...) trasladarnos en el tiempo.
    Un saludo!

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    1. Dichoso tú, Fran, que has podido estar por allí y conocer Nueva York en primera persona.

      Gracias por tu apoyo incondicional y bienvenido de nuevo.

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