domingo, 9 de junio de 2019

Extinção (2018)




Título en español: Extinción
Directora: Salomé Lamas
Portugal, 2018, 85 minutos

Extinción (2018) de Salomé Lamas


La portuguesa Salomé Lamas (Lisboa, 1987) se adentra en uno de tantos conflictos regionales enquistados en el corazón de la vieja Europa: el de la República Moldava Pridnestroviana o, como se suele llamar popularmente a dicho territorio, Transnistria. Ubicado en su mayor parte entre el río Dniéster y la frontera oriental de Moldavia con Ucrania, es, de facto, un Estado independiente de alrededor de medio millón de habitantes, organizado en régimen de república presidencialista, con su propio Gobierno, Parlamento, ejército, policía, sistema postal e incluso moneda (el rublo transnistrio). Pero la falta de reconocimiento internacional mantiene congelado el estatus del país, condenándolo a un limbo similar al de otras zonas (Abjasia, Nagorno-Karabaj, Osetia del Sur...) de la antigua área de influencia soviética.

Como si de una pesadilla se tratara, Extinção sigue la odisea en blanco y negro de Kolya, un joven nacido en 1990 (año de la declaración de independencia) y que, pese a poseer nacionalidad moldava y rusa, se declara abiertamente ciudadano de Transnistria.



Comienza entonces un recorrido por diferentes puestos fronterizos que nos llevará, junto con el protagonista, hasta los puntos más recónditos de esa fantasmal tierra de nadie en la que la decadente simbología heredada de la URSS, hierática y monumental, es el testigo mudo de la debacle del socialismo estalinista.

En repetidas ocasiones, Lamas opta por dejar la pantalla en negro durante interminables minutos en los que únicamente se escucha la conversación entre Kolya y los guardias que lo interrogan. Otras veces, en cambio, se recurre al sarcasmo como método de denuncia: por ejemplo, la parábola según la cuál cada líder soviético conducía el país como una locomotora a la que se le acababan las vías. Y así, con un estilo que, en buena medida, parece deudor del del húngaro Béla Tarr, se llega a la culminante escena que pone fin al periplo: la efigie del protagonista, encaramada en lo alto de la frondosidad de un bosque sobre el que se cierne un vendaval, a la espera de que se consuma la fatídica extinción.


No hay comentarios:

Publicar un comentario