jueves, 26 de julio de 2018

Vidas borrascosas (1957)




Título original: Peyton Place
Director: Mark Robson
EE.UU., 1957, 157 minutos

Vidas borrascosas (1957) de Mark Robson


A todo aquel que decida asomarse, durante sus más de dos horas y media de metraje, al retazo de vida que se nos ofrece en esta película de la apacible localidad de Peyton Place forzosamente le vendrán a la mente parecidos razonables con otros títulos anteriores y posteriores del cine americano. Por su preciso retrato de una comunidad de Nueva Inglaterra en los años cuarenta podría recordar al Bedford Falls de ¡Qué bello es vivir! (1946). 

Sin embargo, su insistencia en aspectos más tocantes a la estricta moral puritana y los conflictos que ello provoca, sobre todo en materia sexual, entre padres e hijos conecta, en cambio, a la perfección con el ambiente descrito cuatro años después en Esplendor en la hierba (1961), si bien el planteamiento de Elia Kazan supera en amargura al de una cinta que pese a haber optado a nueve premios Óscar al final no conseguiría ninguno.

Constance MacKenzie (Lana Turner)


Dicen que incluso David Lynch tuvo en mente el entramado de Peyton Place para idear su ya mítico universo en torno a la no menos legendaria Twin Peaks. En cualquier caso, la que sí que tuvo descendencia directa y, al parecer, muy prolífica fue la novela de Grace Metalious (1924–1964): además de esta adaptación, sería objeto de una secuela dirigida en 1961 por el actor puertoriqueño José Ferrer, a la que siguieron, entre 1964 y 1985, cuatro series televisivas, lo cual da una idea del éxito cosechado por una fórmula que se explotó hasta la saciedad a lo largo de casi tres décadas.

Finalmente, puede decirse que son la hipocresía y la doble moral los temas más destacados de cuantos aborda la película, repleta de lugares comunes como el baile de graduación, el suicidio, una madre soltera, la Segunda Guerra Mundial, una violación, el aborto, las habladurías de un pequeño pueblo, el típico juicio para dirimir si la desvalida Selena (Hope Lange) es culpable de asesinato o si actuó en legítima defensa y un discurso memorable a cargo del médico local (Lloyd Nolan) de esos que ganan adeptos para la causa. Y envolviéndolo todo la banda sonora del alemán Franz Waxman, cuya melodía central recuerda inevitablemente a la de Lo que el viento se llevó (1939).

Selena Cross (Hope Lange)

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