sábado, 28 de julio de 2018

Misterio en la marisma (1943)




Director: Claudio de la Torre
España, 1943, 69 minutos

Misterio en la marisma (1943) de Claudio de la Torre


Nulo o escaso interés es el que posee Misterio en la marisma (1943) más allá de situar una insulsa trama folletinesca, protagonizada por aristócratas ociosos vestidos de esmoquin, en los idílicos parajes del Coto de Doñana. Aderezada, aquí y allá, con números coreográficos y/o musicales que van desde Lola Flores y el Terremoto de Jerez, en los inicios de sus respectivas carreras, hasta las edulcoradas canciones del Quinteto de Rogelio Barba.

Producto típico de la posguerra, la cinta adolece de los habituales defectos de un cine única y exclusivamente concebido para evasión de las masas: decorados grandilocuentes que reproducen lujosas mansiones, elegantes vestidos de gala, opíparas cacerías de venados, bailes y recepciones con lo más granado de la alta sociedad... A lo que Claudio de la Torre, guionista y director del engendro, no duda en añadir apariciones fantasmagóricas o hasta elementos propios de las novelas policíacas, como ese valioso collar con tanta historia tras cuyos pasos andan no pocos personajes.

Arlette (Josefina de la Torre)


La presencia de Conchita Montes —que era de todo menos actriz— le aporta al conjunto, con su exótico e inverosímil papel de condesa polaca, el aire inequívoco de producción española de los años cuarenta, más enfocada a satisfacer las necesidades fantasiosas de un público ávido de romances de alto copete que le ayudasen a sobrellevar (cuando no olvidar) las penurias de la cruda realidad autárquica que no a profundizar en las causas y motivaciones que mueven a los protagonistas.

No hay más que ver, en ese sentido, la tendencia de la pareja que forman la ya mencionada señorita Montes y el no menos inefable Tony D'Algy a posar cheek to cheek de lo más acaramelados, una y otra vez, para darse cuenta de que Misterio en la marisma podría englobarse perfectamente en el tipo de películas en las que Juan Antonio Bardem debía de estar pensando cuando dijo aquello tan célebre de que "el cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico".


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