martes, 26 de junio de 2018

The Florida Project (2017)




Director: Sean Baker
EE.UU., 2017, 111 minutos

The Florida Project (2017) de Sean Baker


En su reciente libro Paraísos perdidos: la infancia en 50 películas, el periodista y crítico cinematográfico Jordi Picatoste lleva a cabo un recorrido a través de los títulos más significativos de la historia del cine que han abordado el tema de la niñez. En ediciones sucesivas, a buen seguro que la ya de por sí exhaustiva lista de filmes analizados se verá enriquecida con nuevas incorporaciones como The Florida Project, drama hiperrealista que explora las sombras del universo Disney y que le valió a Willem Dafoe una nominación al Oscar, materia esta última (la de los premios concedidos por la Academia de Hollywood) en la que, por cierto, el propio Picatoste es un consumado especialista.

Sea como fuere, lo que enseguida salta a la vista es que el director Sean Baker ha bebido de unas fuentes de inspiración muy concretas (a las que el filme alude en mil y una referencias fácilmente reconocibles para cualquier espectador medianamente cinéfilo) y que el cineasta sabe llevarse al terreno de la América real con notable habilidad.



Por ejemplo, es inevitable no pensar en Los cuatrocientos golpes (1959) cuando, en la escena final, la pequeña Moonee arranque a correr junto con su mejor amiga. Manera de concluir la puesta en escena que no es la única similitud con la obra maestra de Truffaut, toda vez que ambas historias comparten un mismo punto de vista: el de la sordidez del mundo de los adultos contemplada desde la inocencia de la mirada infantil. Aunque, en ese aspecto, el contexto social en el que vive Moonee sea todavía más degradado que el de Antoine Doinel: paradójicamente, el colorido de Florida esconde una realidad mucho más gris que el París en blanco y negro de la Nouvelle vague.

Y si en algún momento la madre de la criatura (interpretada por Bria Vinaite) pudiera suscitar nuestra simpatía como espíritu libre que vive al margen de las convenciones sociales, es prácticamente imposible no sentir repugnancia hacia el personaje a partir de la secuencia en la que agrede a la madre de Scooty delante del niño: punto de inflexión en el que tomamos repentinamente conciencia de lo grave de la situación en contraste con la relativa normalidad con la que, hasta ese preciso instante, se habían presentado los hechos. De ahí el momento catártico que suponen las lágrimas de Moonee cuando vaya a buscar a Jancey: recurso del que también se vale Carla Simón en Estiu 1993 y que marca el despertar de la niña desde la zona de aparente confort en que vivía instalada. Por eso, remedando el planteamiento de El Mago de Oz, las dos amigas deciden huir más allá del arco iris en busca de su particular Ciudad Esmeralda: el castillo de Disney World que se divisa en lontananza y donde tal vez logren dar esquinazo a las "inquietantes" funcionarias de los servicios sociales.

Somewhere over the Rainbow...

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