domingo, 1 de enero de 2017

Las margaritas (1966)




Título original: Sedmikrásky
Directora: Vera Chytilová
Checoslovaquia, 1966, 77 minutos

Las margaritas (1966) de Vera Chytilová


Comenzamos el año con una película que nos quedó pendiente del ciclo sobre cine checo organizado hace unos meses por la Filmoteca de Catalunya: Sedmikrásky, Las margaritas que Vera Chytilová presentaba hace exactamente cincuenta años para escándalo de las autoridades de su país, que prohibieron inmediatamente la cinta por considerar que "mostraba el absurdo". Craso error, por cuanto el filme no sólo tiene sentido sino que destila una lucidez inaudita. 

A pesar del medio siglo transcurrido, a pesar del aspecto alocado de la pareja protagonista, su mensaje sigue siendo, sin embargo, tremendamente vigente. Se diría que estamos ante la versión surrealista de Les demoiselles de Rochefort, de no ser porque se estrenó un año antes... También hay algo en ella de Godard, por supuesto, y se nos antoja que incluso en algunos momentos puede tener un cierto aire de comedia japonesa (por ejemplo, cuando las dos chicas acaban bailando sobre la mesa del convite).

Con su explosión de color y de música, la acción arranca bajo una premisa de lo más simple: "Si el mundo es un desastre, ¿por qué no podemos ser malas nosotras?" Dicho y hecho: durante los setenta y siete minutos de metraje las dos muchachas se dedicarán a ser un poco traviesas, nada grave si se tiene en cuenta su juventud. Alternando escenas en color con otras en blanco y negro, Chytilová realiza un collage que no sólo es un canto a la libertad, sino también una ridiculización evidente de lo establecido, en especial de cualquier atisbo de aburguesamiento. La escena del banquete final o esos señores tan grises y tan mayores con los que las protagonistas comparten mantel así lo atestiguan.

Se trata, pues, de un discurso muy fresco y muy juvenil, pero a la vez muy peligroso por lo que tiene de subversivo. De modo que no es de extrañar que su difusión fuese restringida por las altas instancias comunistas. Puede que la imaginación no llegara al poder, pero sí que ayudó a alumbrar una pequeña obra maestra que os invitamos a ver.


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