viernes, 4 de septiembre de 2015

Elena y los hombres (1956)




Título original: Elena et les hommes
Director: Jean Renoir
Francia/Italia, 1956, 95 minutos

Elena y los hombres (1956).
Los hombres no son más que marionetas en sus manos.


En las comedias de Jean Renoir suele respirarse un cierto aire ácrata, como si lo que realmente se pretendiera no fuera tanto entretener al espectador sino dinamitar los cimientos de los valores burgueses. Así sucede en, por ejemplo, La règle du jeu (1939), Una partida de campo (1936), La carroza de oro (1952) y tantas otras.

En el caso de Elena y los hombres lo que se pone en práctica es un hábil juego de vodevil ambientado en el París de la Belle époque, en el cual hasta tres pretendientes distintos se rifarán los amores de la bella e impetuosa princesa polaca Elena Sokorowska (Ingrid Bergman).

Los personajes entran, salen, se persiguen, gritan, ríen... al compás exultante de las bandas militares que amenizan los desfiles del 14 de julio. La muchedumbre aclama a este o a aquel general. Y en un clima de euforia continua, la princesa va flirteando ahora con uno ahora con otro, dejándose galantear y enloqueciéndolos a todos.

Con el general François Rollan (Jean Marais) Elena se acercará a los entresijos del poder e incluso a una tentativa de golpe de Estado, aunque finalmente "sucumba" a los encantos del conde Henri de Chevincourt (Mel Ferrer).

En lo referente al plano técnico, Renoir delegó la dirección de fotografía en su sobrino Claude. Quizá porque todo queda en familia, lo cierto es que el colorido de las imágenes, unido al vestuario diseñado por Rosine Delamare y Monique Plotin, hace que tengamos la impresión en no pocas escenas de encontrarnos frente a un lienzo de Pierre Auguste, el patriarca del clan.

La banda sonora corrió a cargo del compositor de origen húngaro Joseph Kosma, del que hablábamos hace unos días por su participación en Calle Mayor de Bardem, y que ya había trabajado a las órdenes de Renoir en títulos emblemáticos como El crimen de Monsieur Lange (1936), La gran ilusión (1937) o La Marsellesa (1938).

Uno de los atractivos destacables de la película es la intervención, en un breve papel, de la musa de los existencialistas: la cantante Juliette Gréco, quien da vida a la gitana Miarka e interpreta la canción "O Nuit", con musica de Kosma y letra del propio Jean Renoir.

Ingrid Bergman y Mel Ferrer

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