domingo, 8 de enero de 2023

Tales of Robin Hood (1951)




Título en español: Leyendas de Robin Hood
Director: James Tinling
EE.UU., 1951, 60 minutos

Tales of Robin Hood (1951) de James Tinling


Por lo que parece, Tales of Robin Hood (1951) tenía que haber sido una serie de televisión que, por esos azares de la vida y del mercado, acabó finalmente convertida en apenas un mediometraje sin mayor trascendencia. Lo cierto es que las interpretaciones responden al poco exigente estándar que a principios de la década de los cincuenta se les debía requerir a productos televisivos que, como es el caso, iban dirigidos a un público sin mayor expectativa que el de un mero pasatiempo.

No faltan, eso sí, las típicas escenas del repertorio, repetidas hasta la saciedad en todas las secuelas habidas y por haber y, por ende, reconocibles por cualquier espectador que medianamente conociese la saga: el duelo a bastonazos entre Robin (Robert Clarke) y Little John (Wade Crosby) sobre el tronco que cruza un río; el concurso de arqueros en el palacio de Locksley que, en realidad, es una trampa para atrapar al príncipe de los ladrones; etc., etc.



Sorprende, por otra parte, la ausencia de alusiones al rey Ricardo o al príncipe Juan, quedando relegado el rol de nobles a los pérfidos Sir Gui de Clairmont (Paul Cavanagh) y su fiel esbirro Sir Alan de Beaulieu, interpretado por Keith Richards (no el de los Stones, sino otro tipo de igual nombre y que, ironías del destino, concluiría su carrera como actor en 1964, el mismo año en el que el célebre guitarrista comenzó a publicar álbumes con su banda).

En fin, poco más se puede añadir a propósito de una cinta rodada íntegramente en estudio y cuya principal (y quizá única) virtud es que apenas alcanza los sesenta minutos de duración.



4 comentarios:

  1. Un producto bastante del montón, por lo que cuentas.

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  2. Hola Juan!
    Otra que desconocía. Supongo que tampoco debieron depositar muchas expectativas durante el rodaje. Curioso esto de los nombres.
    Saludos!

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    1. No sé. Imagino que también las exigencias del público debían de ser menores que en la actualidad.

      Saludos.

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