jueves, 22 de abril de 2021

El presidio (1930)




Directores: Edgar Neville y Ward Wing
EE.UU., 1930, 85 minutos

El presidio (1930) de Edgar Neville


De entre las muchas sorpresas que depara la filmografía de Edgar Neville, El presidio (1930) supone, sin duda, una de las más gratas. Producida por la Metro-Goldwyn-Mayer en los albores del cine sonoro, el filme ilustra a la perfección el sistema de las dobles versiones que auspiciara Hollywood cuando aún se creía que al público de cada país había que hablarle en su idioma para que fuesen a ver la película. Curiosa forma de vender el producto que, como es lógico, no dio el resultado apetecible, toda vez que, además de encarecer enormemente los gastos de producción, daba lugar a un extraño batiburrillo de acentos según la procedencia de los actores, muchos de ellos hispanoamericanos. En todo caso, esas dobles versiones facilitaron el que muchos españoles (entre ellos, nombres ilustres como Jardiel Poncela o el propio Neville) se liaran la manta a la cabeza para, cruzando el charco, ir a probar fortuna a la Meca del cine.

The Big House (1930), cinta de la que El presidio vendría a ser la réplica hispana, obtuvo dos premios Óscar (Mejor Guion, Mejor Sonido), además de estar nominada en otro par de categorías: Mejor Película y Mejor Actor Protagonista. Chester Morris, Wallace Beery y Robert Montgomery interpretaron los papeles principales. Protagonismo que, en la cinta hablada en español, corresponde, respectivamente, a José Crespo (Morgan), Juan de Landa (Butch) y el chileno Tito Davison (Kent).



Nada bueno se aprende en el interior de una cárcel. O eso es, al menos, lo que se desprende de los avatares que allí viven los protagonistas. Tensión que acabará saltando por los aires cuando los presos, hartos de las duras condiciones de vida a que son sometidos, acaben por insubordinarse. A este respecto, resulta antológica la escena en la que se muestra cómo los reclusos, que se hallan en pleno oficio religioso, se van pasando la munición a escondidas mientras, paralelamente, rezan todos juntos el padrenuestro.

Drama carcelario en toda regla, los internos del centro penitenciario en el que transcurre la acción son sometidos a una estricta disciplina que por momentos recuerda a la de los esclavizados obreros de Metrópolis (1927). Y no sólo por la rigidez con la que se les obliga a desfilar, sino, sobre todo, por el aparatoso motín que encabezarán, y que los alguaciles reprimen expeditivamente con metralletas y hasta carros de combate blindados. Tras lo cual, y como no podía ser menos, dado el carácter moralizante de la cinta, se obra el milagro y el otrora cínico Morgan manifiesta unas bondades hasta entonces ocultas que justifican su reinserción en la sociedad. La misma que no supo acoger en su seno al indómito (y, sin embargo, más puro) Butch.



2 comentarios:

  1. Todo un precursor el amigo Neville. De los primeros en emprender la aventura americana.

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    1. De hecho, hasta se hizo amigo de Chaplin durante aquellos años.

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