martes, 27 de abril de 2021

Almas en peligro (1952)




Director: Antonio Santillán
España, 1952, 72 minutos

Almas en peligro (1952) de Antonio Santillán


Arranca y concluye la acción de Almas en peligro (1952) bajo una apariencia de filme de cine negro que contrasta con su verdadera vocación redentora. Y es que el avispado Iquino, productor a la sazón de la cinta, se las sabía todas cuando se trataba de captar la atención del respetable. En ese sentido, la Barcelona nocturna de tiroteos y asaltos a mano armada en la que se desarrolla la acción no es sino el anzuelo perfecto para dorarle la píldora a un espectador deseoso de acción, pero destinatario final de esa moralina que aparece sobreimpresa tras los títulos de crédito iniciales y que a continuación reproducimos íntegramente:

La corriente de inmoralidad que invade el mundo ha tenido siempre una presa fácil en la juventud. Muchachos sin experiencia, lanzados a la vida en inferioridad de condiciones, caen víctimas del instinto del mal ejemplo o del abandono familiar para convertirse en pequeños delincuentes. Frente a tan grave problema social, esta película constituye un homenaje a la abnegada labor de los Tribunales Tutelares de Menores y otras instituciones similares, creadas para encauzar a la juventud. La falta de medios, la indiferencia de muchos y, sobre todo, el trabajo desmesurado hacen de este servicio un penoso deber. Pero al cumplirlo les alienta una esperanza: la redención de esas ALMAS EN PELIGRO.

A tiro limpio con la estatua de Colón al fondo


Queda claro, pues, que estamos ante un producto cuyo verdadero protagonista no son tanto los gánsters de poca monta que traman dar un golpe en el puerto de la Ciudad Condal, sino los jóvenes descarriados que tendrán la oportunidad de reconducir sus vidas tras su ingreso en el reformatorio regentado por el Padre Fernando (Manuel Monroy). Claro que, antes de aterrizar en los dominios del beatífico sacerdote, los mozalbetes habrán tenido que vérselas también con el adusto inspector Lérida (Manuel Gas). Vamos: que la policía y el clero forman la alianza perfecta a la hora de mantener a raya la podredumbre del mundo.

El oscuro Antonio Santillán se ponía, por vez primera, a las órdenes de Producciones IFI para dirigir una película con voluntad de denuncia social en la que tanto los hijos de buena familia como los pobres de solemnidad corren el riesgo de dejarse arrastrar por el camino de perdición que conduce a la mala vida. Tal es el caso del díscolo Gerardo (Miguel Ángel Valdivieso). O de Emilio (Pedro Anzola), cuyos padres, que nadan en la abundancia, han criado, sin saberlo, a un egoísta. No falta, por último, un cierto toque sensiblero en la figura del pequeño Jorge (alias "Gusano"): el niño que, tras sufrir un grave percance doméstico, se debate entre la vida y la muerte para congoja del resto de internos y mayor gloria del Todopoderoso.



4 comentarios:

  1. Veo en la imagen una estampa típica de Barcelona ¿Aparece mucho la ciudad en la película?

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  2. Hola Juan!
    Lo cierto es que desconocía la gran cantidad de cine español que nos traes. Otro titulo a engrosar la lista.
    Saludos!

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    Respuestas
    1. Antonio Santillán (1909-1966) es un director que vale la pena reivindicar, si bien esta película en concreto plantea una tesis cuando menos inquietante: que la policía y el clero deben aliarse para mantener a raya la delincuencia.

      Saludos.

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