lunes, 5 de abril de 2021

El monje (1972)




Título original: Le moine
Director: Adonis A. Kyrou
Francia/Italia/Alemania, 1972, 94 minutos

El monje (1972) de Ado Kyrou


Apenas llevaba sonando la campana del convento cinco minutos, y ya se encontraba la iglesia de los capuchinos abarrotada de oyentes. No creáis que la multitud acudía movida por la devoción o el deseo de instruirse. A muy pocos les impulsaban tales motivos; en una ciudad como Madrid, donde reina la superstición con tan despótica pujanza, buscar la devoción sincera habría sido empresa vana. El público congregado en la iglesia capuchina acudía por causas diversas, todas ellas ajenas al motivo ostensible. Las mujeres venían a exhibirse, y los hombres a ver a las mujeres; a algunos les atraía la curiosidad de escuchar a un orador afamado; a otros el no tener otro medio de matar el tiempo hasta que empezase el teatro; a otros, el habérseles asegurado que era imposible encontrar sitio en la iglesia; y la mitad de Madrid acudía allí esperando encontrarse con la otra mitad. Las únicas personas verdaderamente deseosas de oír al predicador eran unas cuantas viejas beatas y media docena de oradores rivales, dispuestos a encontrar defectos y a ridiculizar el discurso. En cuanto al resto del auditorio, de haberse suprimido totalmente el sermón, nadie se habría sentido defraudado, y muy probablemente ni habrían notado la omisión.

Matthew Gregory Lewis
El monje (1796)
Traducción de Francisco Torres Oliver

Entre los muchos proyectos que Buñuel dejó inéditos a lo largo de su carrera destaca la adaptación de la novela gótica The Monk (1796), obra cumbre del escritor británico Matthew G. Lewis (1775–1818) y que, tras varios intentos infructuosos de ser llevada a la pantalla, sería finalmente dirigida, en 1972, por el francés de origen griego Ado Kyrou. Texto que, por cierto, ha sido posteriormente objeto de otras dos adaptaciones: El fraile (1990) de Francisco Lara Polop y El monje (2011) se Dominik Moll.

Crítico cinematográfico cercano al círculo de André Breton, Kyrou (1923–1985) había publicado dos obras clave en los años cincuenta: Le Surréalisme au cinéma (1953) y Amour-érotisme et cinéma (1958). También, dato curioso, un estudio biográfico a propósito del propio Luis Buñuel (1962), por lo que parecía la persona más indicada para hacer realidad este antiguo guion coescrito por el genio de Calanda en colaboración con Jean-Claude Carrière.



El resultado, sin embargo, dista mucho de lo que, en manos de sus autores, pudiera haber sido una obra maestra. De entrada, porque el reparto, con el actor Franco Nero a la cabeza, no destaca especialmente por la brillantez de sus interpretaciones (el hecho de que la cinta se rodase en inglés pudo contribuir a ello). Como tampoco se aprecian elementos remarcables en una puesta en escena que no pasa de ser estrictamente correcta.

Lo cual vendría a desmentir algunos de los aforismos más célebres sobre la importancia del libreto. Por ejemplo, aquello de "Para hacer una gran película necesitas tres cosas: el guion, el guion y el guion" (Hitchcock). O la máxima de Billy Wilder: "El ochenta por ciento de una película consiste en la escritura del guion; el otro veinte por ciento, en su ejecución..." En cualquier caso, debe tenerse también en cuenta que la historia de un cenobita tentado por el diablo bajo la apariencia de una hermosa mujer ya no resultaba tan impúdica a ojos del espectador como pudiera haberlo sido una década antes. En ese sentido, las incitaciones de Silvia Pinal en Simón del desierto (1965) aún tenían su punto morboso, mientras que lo del monje Ambrosio (Nero) con la sensual Mathilde (interpretada por la recientemente fallecida Nathalie Delon), sin esa pizca de gracia que le ponía Buñuel y en una época (principios de los setenta) en que las retinas empezaban a estar curadas de espanto, queda reducido a una simple trama convencional, más bien aburrida.



4 comentarios:

  1. Pues es cierto, quizá estaba un poco fuera de tiempo.

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    1. La clave radica en que dirigir el guion de otro debe de ser algo así como ponerte un traje prestado: al final siempre te va o un poco grande o un poco estrecho.

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  2. Leí esa novela, tan provocativa, tan denunciante de la hipocresía.
    Y me ha despertado el interés por ver una adaptación al cine.
    Que podría ser interesante.

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    1. Pues tienes para elegir: como digo en la entrada hay hasta tres adaptaciones del libro, aunque me temo que ninguna de ellas ha sido capaz de igualarlo.

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